miércoles, 15 de septiembre de 2010

Pecados de mi padre



La vida de Pablo Escobar, el famoso narcotraficante colombiano, fue faraónica: En una de sus fincas montó un zoológico: compró elefantes, fieras, aves exóticas… Regaló millares de casas a familias pobres antioqueñas. Incursionó en la política, tuvo curul en el parlamento y soñó con ser el primer mandatario de su país.

Finalmente, como corresponde a un delincuente, terminó perseguido, escondiéndose como una rata antes de morir acribillado un día de 1993.

Al enterarse de la noticia, su hijo, de entonces 15 años, juró públicamente vengar su muerte. Al poco, se retractó. A sus escasos años comprendió que adentrarse en la espiral de violencia inherente a toda venganza muy poco ayudaría al bienestar propio y al de su familia (su madre y su hermana).

El hijo de Escobar abandonó Colombia, cambió su nombre por el de Sebastián Marroquín y desde hace algunos años vive en Buenos Aires (en compañía de su madre) donde trabaja como diseñador de interiores.

Ignoro en qué momento Sebastián Marroquín conoció al realizador argentino Nicolás Entel pero fue afortunado ese encuentro; de él nacería uno de los más conmovedores documentales que recuerde haber visto: Pecados de mi Padre.

En ese trabajo Sebastián Marroquín desnuda su alma. No pretende justificar los crímenes de su padre, sabe que fueron inexcusables. Pretende y lleva a cabo algo más noble: pide perdón personalmente a los descendientes de dos de los políticos victimizados por su padre.

El hijo de Escobar se expresa correctamente y su discurso suele ser inteligente y emotivo. Es un buen hombre que ha tomado decisiones capitales: renunció al mundo del narcotráfico y denunció públicamente que esa vía no conduce a ninguna parte (sino al dolor propio y ajeno).

Por su ejemplar valentía, Sebastián Marroquín se ha ganado a pulso un lugar entre los hombres libres, a pesar de los pecados de su padre.

Ahora, cuando tanto se habla de la colombianización de México, la exhibición de este documental se torna dramáticamente oportuna. Corran a verlo, antes de que sea retirado de la cartelera local.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Alfredo, estoy de acuerdo con tus comentarios...cabe mencionar adicionalmente que al final del documental, se menciona que en Colombia, a pesar de la muerte de Pablo Escobar, el narcotrafico no ha cesado, sino que por el contrario, Colombia sigue siendo una de las principales fuentes de drogas....y pues creo que esta historia y la "guerra" del gobierno en Colombia es la que se ve muy similar a nuestra realidad actual, o uds. que opinan? (MLVV)