lunes, 12 de agosto de 2013

Y en los trenes viajará el Espíritu


Es muy probable que Integra se perfile como uno de los momentos estelares de las letras hispanoamericanas. Con ese título se agrupa, bajo el cuidado editorial de Fabianne Bradu, la obra poética completa de Gonzalo Rojas.

En la presentación de ese volumen en Santiago de Chile, el también poeta Raúl Zurita pronunció un discurso (Letras Libres, en su número 176, lo reproduce) en donde además de lo obvio, destacar la grandeza de Rojas, divaga sobre los posibles nombres que pudo tener el libro.

Por principio, debo decir que el nombre me parece acertado. Integra nos remite a la idea de totalidad, inherente a las obras completas y, además, al modo de obrar honrado, recto.

Zurita concuerda con esa idea general y participa un  título que a su juicio pudo quedar bien: “Las resurrectas estrellas” (por aquello de que aunque extintas su luz nos sigue llegando).

 Blanca Varela tenía el deseo de titular su primer poemario Puerto Supe. A su amigo Octavio Paz ese nombre  le parecía inadecuado. Tratando de ganar su simpatía, Blanca le comentó: “Pero, Octavio, ese puerto existe”. Paz, intuyó, enseguida, que había dado con el título; así, finalmente, el libro terminó llamándose Ese puerto existe.

¿Qué se esconde detrás de un título? Acaso  la voluntad  de abarcar en pocas palabras, sino es que letras, la intención final del autor. Nombrar es inherente al hombre, lo viene haciendo desde el primer Adán; a veces con fortuna, otras no tanto.

Un par de lectores bienintencionados me han dicho que el título de mi columna les parece arcaico. Tienen razón, esa palabra ya no circula. Al vocablo Palimpsesto el diccionario  concede la siguiente entrada: “Tablilla antigua en que se podía borrar lo escrito para volver a escribir”. Escribir sobre lo escrito: esa es la idea.

Retomando a Zurita: no deja de molestarle un, a su juicio,  mal título de Rojas. Gonzalo se empeñó en titular Esquizotexto un poema escrito luego de escuchar hablar a una interna de una clínica psiquiátrica. Para Zurita ese  guiño inicial conduciría al lector a una conclusión facilona “claro, así hablan los locos”; por eso apuntó: “Amo ese breve poema y todavía me duele ese título”. ¿Le asiste la razón? Reproduzco el poema para que sea el lector quien juzgue. Tómenlo como un regalo, como una estrella resurrecta.

 

“Tengo 23, soy

modista, soltera, cómico todo

y tan raro, hablo

contigo, camita: de una vez dímela, por

qué no me la dices la Gran

Verdad, la gran

revolución: que vamos a ser piedras, plantas

clarividentes, todo porque los árboles

serán barcos y en los trenes viajará el Espíritu y

del cuerpo se hará miel,

                                          la

enfermera es la nube.”