viernes, 30 de enero de 2009

El beso



"Si dos se besan el mundo cambia" advertía Octavio Paz. Para el actual cabeza de chorlito alcalde de Guanajuato: si dos se besan, venga la multa.

La sanción no prosperó, cómo era de adivinar. Reculó. De ser sancionable besarse en la sede del Cervantino ahora se le presume como la capital del beso. Con todo, este barullo sólo puso en el foco al Alcade. Fue el hazmereir del mes.

Es increible la fuerza con la que el medioevo se instaló en algunas personas. Todavía asoman la testa los que pugnan por la intomisión del Estado en las vidas privadas.

Que si las minifaldas inducen la violación, que si un hombre más otro hombre no son familia, que si la mujer que aborta es criminal. Con estos cretinos tenemos para largo.

Celebro que la inciativa de sancionar el beso se desplome y aprovecho el momento para recordar aquí que tras el fragor de la batalla Napoleón escribía encendidas cartas de amor a Josefina en las que se encuentran renglones como estos:

"...recibe un millón de besos, pero tú no me des ninguno, porque me queman la sangre."

a.a

lunes, 26 de enero de 2009

Las palabras y los días


Las palabras y los días es una antología introductoria a la poesía y prosa de Octavio Paz. El prólogo y la selección son de Ricardo Cayuela Gally. El libro funciona como inmejorable primer puente entre el lector y la obra del Nobel.

Octavio Paz reflexionó sobre el amor y escribió un libro, La llama doble; y algunos versos, como estos:

...
En el jardín de las caricias
corté la flor de sangre
para adornar tu pelo.
La flor se volvió palabra.
La palabra arde en mi memoria.
...


En el Círculo de lectores que animo hay dos presencias deliberadas: Jorge Luis Borges y Octavio Paz. Marzo es el mes en el que suelo ocuparme del último, así que, desde ya, anuncio que será Las palabras y los días el libro del que charlaré en el tercer mes del año.

Espero con mi vida honrar estos versos de Paz: "Yo andaba por el mundo. Mi casa fueron mis palabras, mi tumba el aire:".

Al año de su muerte, Alejandro Rossi, amigo muy cercano a Paz, le recordó con estas palabras: "Algo sucedió en México, algo grave y definitivo sucedió cuando Octavio Paz empezó a escribir". Tenía razón.

a.a

martes, 20 de enero de 2009

Miro nacer la tempestad


La lectura de ciertos versos la reservo como un lujo; podría sostener que algunos poemas resumen momentos estelares de nuestra humanidad. Si los actos definen al hombre, entonces mi significado yace en la lectura de un poema; hasta el último de mis días me abismaré en su insondable misterio.

Un público minoritatio lee poemas. Aún menor es el número de los que compran libros de poesía. Me cuento en esa minoría. El último que adquirí, Poesía de Alí Chumacero, lo editó, el año pasado, el Fondo de Cultura Económica, y reune la obra poética de Chumacero.

El prólogo lo firma José Emilio Pacheco y pondera las virtudes de este morigerado autor. Como pocos, Chumacero ha entendido el valor del silencio. Su prestigio, nos dice Pacheco, crece con cada libro que no publica.

Es una dicha pasear de nuevo mi mirada en el poema que estos versos inauguran:

Yo, pecador, a orillas de tus ojos
miro nacer la tempestad.


a.a

miércoles, 7 de enero de 2009

La hermandad de la buena suerte


Es una novela de ficción, sin pretensiones realistas o históricas. Transcurre en el mundo del turf: se aproxima la carrera de caballos más importante del año; hay dos magnates que se odian y quieren dirimir sus diferencias humillando al adversario por medio de la carrera. Uno de ellos tiene un gran caballo, pero muy especial y dificil de montar. Y el único jinete que podría montarlo ha desaparecido. Hay cuatro personajes aventureros que tienen el encargo de encontrarle antes de la carrera.

El que habla es Fernando Savater y de lo que habla es de La hermandad de la buena suerte, la novela de aventuras con la que conquistó el Premio Planeta el año pasado y de la que me ocuparé en la reunión del mes de febrero (lunes 9: misma hora y lugar) del Círculo de Lectores de Nuevo Laredo.

a.a