martes, 18 de septiembre de 2012

Edwards rescata una anécdota


En La muerte de Montaigne, Jorge Edwards expone algo de la vida e ideas del padre del ensayo moderno, pero además organiza un edificante y deleitable  convivio con los clásicos latinos. Abunda en anécdotas, como esta:

Galba, personaje romano, invitó un buen día a cenar a su casa a Mecenas, hombre poderoso, inteligente, arrogante.  Ordenó colocar en la mesa su mejor vajilla y sus mejores vinos. Al poco rato advirtió, advirtió que su mujer, sin demasiado disimulo, con algo de impudicia, le coqueteba y le ponía caritas a Mecenas. Galba, entonces, se hundió en sus cojines, fingiendo que le había bajado un sueño irresistible. Entró un criado, al poco rato, y se puso a retirar los platos y los vasos con gran diligencia. ¿No ves, estúpido, le susurró Galba,  que sólo duermo para Mecenas?

martes, 21 de agosto de 2012

Lichtenberg: aforismos


El Fondo de Cultura Económica confió al modélico cuidado  de Juan Villoro la traducción y edición de  los Aforismos de Georg Christoph Lichtenberg. Algunos:

Varias veces he sido censurado por faltas que mi censor no tuvo el ingenio o la energía de cometer.

He notado claramente que tengo una opinión acostado y otra parado.

Eso que ustedes llaman corazón está bastante más abajo del cuarto botón del chaleco.

La moderación presupone el placer; la abstinencia, no. Por eso hay más abstemios que moderados.

jueves, 2 de agosto de 2012

Gore Vidal y la hoja en blanco


Tras el reciente fallecimiento de Gore Vidal vendrá el aluvión de anécdotas, pues las hubo a mares. Recupero una. Así como es recurrente la pregunta sobre el libro que se llevaría uno a la eventual Isla Desierta, del mismo modo, resulta frecuente indagar entre escritores su reacción ante  la tan temida hoja en blanco. A continuación lo que sobre el particular opinaba este entrañable autor norteamericano. A la pregunta, formulada por Silvia Lemus, ¿Ha sufrido el bloqueo ante la hoja en blanco?, respondió de este modo:

No. Cuando la gente me dice que está experimentando el bloqueo del escritor, como lo llaman aquí, siempre les digo: “Dios mío, te mandaré flores y felicitaciones. Significa que no eres escritor y que no tienes que hacerlo. Y te aplaudiremos por tu silencio”.

viernes, 27 de julio de 2012

¿Arte contemporáneo o fuego fatuo?


Nada representa tan puntualmente las críticas a la civilización del espectáculo, esgrimidas por Mario Vargas Llosa, como la banalización de las artes plásticas. Así lo refiere el Nobel peruano:

Desde que Marcel  Duchamp, quien, qué duda cabe, era un genio, revolucionó los patrones artísticos de Occidente estableciendo que un excusado era también una obra de arte si así lo decidía  el artista, ya todo fue posible en el ámbito de la pintura y escultura, hasta que un magnate pague doce millones de euros por un tiburón preservado en formol en un recipiente de vidrio y que el autor de esta broma, Damien Hirst, sea reverenciado no como el extraordinario vendedor de embaucos que es, sino como un gran artista de nuestro tiempo… Un tiempo en que el desplante y la bravata, el gesto provocador y despojado de sentido, bastan a veces, con la complicidad  de las mafias que controlan el mercado del arte y los críticos cómplices o papanatas, para coronar falsos prestigios, confiriendo el estatuto de artistas a ilusionistas que ocultan su indigencia y su vacío detrás del embeleco y la supuesta insolencia. Digo “supuesta” porque el excusado de Duchamp tenía al menos la virtud de la provocación. En nuestros días, en que los que se espera del artista no es el talento, ni la destreza, sino la pose y el escándalo, sus atrevimientos no son más que las máscaras de un nuevo conformismo…ya no es posible discernir con cierta objetividad qué es tener talento o carecer de él, qué es bello y qué es feo, qué obra representa algo nuevo y durable y cuál no es más que fuego fatuo… En un agudo ensayo sobre las escalofriantes derivas que ha llegado a tomar el arte contemporáneo en sus casos extremos, Carlos Granés Maya cita “una de las perfomances más abyecta que se recuerdan en Colombia”, la del artista Fernando Pertuz que en una galería de arte defecó ante el  público y, luego, “con total solemnidad”, procedió a ingerir sus heces.

miércoles, 25 de julio de 2012

Cioran: sobre la honradez


Vocacionalmente retraído, obsequió pocas entrevistas; en una de ellas, recogida en Conversaciones, E. M. Cioran sostiene argumentos tan inusitados como el siguiente:


Sobre esto de la honradez voy a decir algo. Cuando uno emprende un ensayo de cuarenta páginas sobre lo que sea, comienza por ciertas afirmaciones previas y queda prisionero de ellas. Cierta idea de la honradez le obliga a continuar respetándolas hasta el final, a no contradecirse. Sin embargo, según va avanzando el texto, le van ofreciendo otras tentaciones, que hay que rechazar porque apartan del camino trazado. Uno está encerrado en un círculo trazado por uno mismo. De este modo se hace honorable y cae en la falsedad y en la falta de veracidad. Si esto pasa en un ensayo de cuarenta páginas, ¡qué no ocurrirá en un sistema! Este es el drama de todo pensamiento estructurado, el no permitir la contradicción. Así se cae en lo falso, se miente para resguardar la coherencia. En cambio, si uno hace fragmentos, en el  curso de un mismo día puedo uno decir una cosa y la contraria ¿Por qué? Porque surge cada fragmento de una experiencia diferente y esas experiencias sí que son verdaderas: son lo más importante. Se dirá que esto es irresponsable, pero si lo es, lo será en el mismo sentido en que la vida es irresponsable. Un pensamiento fragmentario refleja todos los aspectos de nuestra experiencia: un pensamiento sistemático refleja sólo un aspecto, el aspecto controlado, luego empobrecido.

viernes, 20 de julio de 2012

Lo público y lo privado


¿Cuándo comenzó a erosionarse la frontera entre lo público y lo privado? Carlos Granés, en Letras Libres, sugiere un referente:

"A comienzos de la década de 1950, la Internacional Letrista, un grupo de vanguardia conformado por jóvenes rebeldes, errabundos y borrachines, se tomó al pie de la letra la sentencia dadaísta. Lo importante no era el arte, lo importante era la vida. Todos los esfuerzos imaginativos y creativos debían contribuir al arte de vivir, y esa nueva existencia debía ser, al mismo tiempo, un desafió a la sociedad convencional. El artista ya no creaba cuadros o esculturas, tampoco escribía. Su obra era él mismo; su manifiesto era su existencia; su declaración de principios era su estilo de vida. Este fue el germen de la contracultura, del hippismo y de los experimentos vitales de los sesenta. Un exsituacionista alemán, Dieter Kunzelmann, fue el promotor de Kommune I, la primera comuna que, mezclando el maoísmo y el nudismo, se convirtió en un laboratorio de nuevas formas de existencia. Su estilo de vida –al igual que el de los hippies, los yippies o los miembros de grupos de teatro radical– era su arma política. Sus rutinas, hábitos, divertimentos, vicios y aficiones se convirtieron, más que en una cuestión de preferencias personales, en una manera de épater la bourgeoisie y de promover cambios sociales. Pero para hacer efectiva esta estrategia necesitaban un elemento: cámaras de televisión.

Si lo personal era lo político –como dijo la Kommune I en 1967–, entonces lo personal tenía que hacerse visible. Las puertas de la intimidad tenían que abrirse, y aquel espacio, antes resguardado de los curiosos e impertinentes, debía hacerse patrimonio de todos como ejemplo revolucionario. En 1969 John Lennon y Yoko Ono realizaron sus famosos bed-ins for peace en Ámsterdam y Montreal. Se encerraron en una habitación de hotel, ataviados con sus pulcros camisones, a dejarse fotografiar y filmar por decenas de periodistas. Fue el primer reality, la primera ocasión en la que se montó un escenario donde las cámaras podrían registrar con absoluta impunidad la vida íntima de una pareja.

Los bed-ins de Lennon y Ono no tuvieron repercusión política. Lo que sí generaron fue un cambio mediático y una gran curiosidad por las vidas privadas, por aquello que quedaba oculto, protegido por el secreto, tras la puerta de la habitación del hotel. No debe extrañar que Andy Warhol, otra megaestrella de las artes, hubiera fundado ese mismo año Interview, su propia revista de chismografía de famosos. El estilo de vida contestatario, que empezó siendo un desafío para la sociedad, acabó ofreciendo la mayor diversión para un público acrítico y morboso. Desde entonces, la vida privada de famosos, incluyendo los políticos, se ha convertido en un espectáculo lucrativo y en un divertimento fcil para las grandes masas."

jueves, 19 de julio de 2012

Tres Izquierdas



En el seno de la Izquierda Mexicana palpitan pulsiones diversas. José Woldenberg destaca tres:

"Hay una izquierda fuerte y con raíces que sabe y trabaja para anudar su futuro con el de la democracia. Sabe que la sociedad mexicana no puede encuadrarse bajo un solo ideario, una sola política, un solo lenguaje. Asume que por necesidad y virtud tiene que vivir y convivir con otras corrientes políticas. Está dispuesta a que los humores públicos cambiantes le otorguen su respaldo o le vuelvan la espalda. Se moviliza por supuesto, pero trabaja para fortalecer las instituciones que hacen posible la convivencia y la competencia de la pluralidad, ve en la democracia una fórmula efectiva y loable de gobierno, y la asume como un fin en sí mismo. Se ha formado bajo los efectos del proceso democratizador y de sus logros en el mundo de la representación, al tiempo que ha realizado un ajuste de cuentas conceptual con varios de sus resortes del pasado.

Pero ese bloque -que me gustaría pensar mayoritario- no está solo en el escenario. Convive con una izquierda que de cuando en cuando, para hacer avanzar sus intereses, no se ha inhibido en erosionar la confianza en las instituciones que sostienen a la incipiente democracia. Se trata de quienes explotando todas las posibilidades de crecimiento que nuestra germinal democracia les otorga, con una frecuencia que entristece, contribuyen a lastimar el poco o mucho aprecio en las reglas, las instituciones y las rutinas que ponen en pie la coexistencia-competencia de la diversidad política. Tienen una relación ambigua con la democracia. Cuando en 2006 se inventaron algoritmos, supuestos votos perdidos y "fraudes hormigas", vulneraron la confianza arduamente construida a lo largo de los años. Hoy, cuando en el ejercicio de sus derechos, pero a sabiendas de que sus pretensiones no prosperarán, solicitan la invalidez de la elección presidencial, derraman combustible para mantener viva la protesta e incrementar el descrédito en las instituciones electorales. Por cierto, esa actitud no es exclusiva de una cierta izquierda. Desde otro flanco del espectro político, las televisoras, cuando vieron que sus intereses eran afectados por la reforma de 2007, desataron una intensa campaña contra las normas, las instituciones electorales y los funcionarios del IFE. Se trata de actitudes convenencieras que creen que sus intereses particulares están por encima del resto.

Hay además una izquierda para la cual, las elecciones, la reproducción de la pluralidad, la vida en los Congresos, vale poco o nada. Se expresa sobre todo a través de movimientos, organizaciones no gubernamentales y asociaciones varias. En ella, se producen y reproducen prejuicios antipolíticos que ven en los políticos un bloque indiferenciado y perverso, en los partidos a las fuentes del mal, y en los Congresos y gobiernos a encarnaciones siniestras. Sus formas de lucha son las marchas, los mítines, los bloqueos, los boicots y desprecian al insípido momento electoral. Asumen un lenguaje radical y fantasean con un cambio taumatúrgico sin día ni vía. Creen que encarnan una superioridad moral y política que les permite declarar ilegítima e intrascendente la voluntad de 50 millones de electores. Ayer, el EZLN desató "la otra campaña" y ahora una asamblea en la que participan desde los hombres y mujeres de Atenco hasta jóvenes del movimiento Yosoy132 proclama que impedirá la "imposición" de Enrique Peña Nieto."

Resumiendo, Marcelo Ebrad encaja en el primer bloque, AMLO en el segundo y Yo soy 132 en el tercero. Espero que la izquierda representada por Ebrad se vigorize e impere el buen sentido.

miércoles, 18 de julio de 2012

Reyes, anecdótico


El Anecdotario de  Alfonso Reyes resulta eficaz para abolir la fementida leyenda según la cual el regiomontano sólo perseguía líneas de ostensible cultura. Leamos:

Para dar una conferencia en el Colegio de San Nicolás, Universidad de Morelia, llegué con dos días de anticipación. Pasé mi primera noche y, a la mañana siguiente, se me ocurrió antes del desayuno salir a pasear a la linda plaza. En un puesto, un señor tomaba una bebida rojiza. "¿Qué es eso?", pregunté a la mujer del puesto. Con la caracteristica tendencia al eufemismo, en vez de decirme que era una purga de crémor me dijo que era un refresquito de la región. "Deme usted uno" -le dije-. Me extraño, es verdad, que le echara una cucharada de bicarbonato... A medio día ya me mataban los retortijones. Apenas podía yo hablar con las personas que me visitaban. No pude comer. Estaba como los purgados de Mussolini. La tarde fue mala. La noche peor, al punto que mi mujer llamó a un médico. Sólo pudieron llamar a un joven recién recibido y especializado en niños. Todavía inexperiente, obedeció las reglas aprendidas, las obedeció al pie de la letra. Y aunque yo le conté que había tomado una fuerte purga y que al otro día necesitaba encontrarme apto para mi conferencia de las once de la mañana, me sometió al interrogatorio ritual. "¿Le pasa a usted esto a menudo?"."No, señor, nunca me había sucedido purgarme sin saber que bebía una purga." "¿Qué edad tiene usted?", etcétera. Y al fin: "¿De qué murió su padre?" "De ametralladora, doctor. ¡Pero eso  nada tiene que ver con la purga!" Yo ya estaba irritado. Él creyó que lo de la ametralladora era una insolencia. Me dejó una recetita y se fue a toda prisa. Naturalmente, no apliqué su receta. Me mandé traer limones, y estuve chupando limones toda la noche. Logré contener la marea, y pude dar mi conferencia, Dios lo sabe con qué esfuerzo. (27.V. 1958) 


martes, 17 de julio de 2012

Estudiantes retardados


"Es frecuente entre nosotros el caso de estudiantones retardados... La mentalidad de estos sujetos se mantiene en un punto muerto, en un atasco, desde donde siguen contemplando la existencia  bajo una sola e inmóvil perspectiva... X (un ejemplo) no acaba de encajar en ninguna sociedad adulta y, siendo honrado en general e inteligente para muchos órdenes prácticos, es arbitrario, irrespetuoso sin objeto, contradictorio, tiránico cada vez que puede; llama a todos "pendejos" y anda siempre a caza de éxitos que en muchos terrenos le han sido negados..."

El párrafo anterior lo escribió don Alfonso Reyes, ¡atiza!, hacia 1953. Nihil novi sub sole.

viernes, 13 de julio de 2012

Faulkner, responde


Gil Gamés, en su columna de hoy en La Razón, recupera trozos una entrevista concedida por Faulkner.

Pregunta: ¿Existe alguna fórmula que se pueda seguir para ser un buen novelista?
Faulkner: 99% de talento, 99% de disciplina, 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que lo que uno sabe que puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo.

Pregunta: ¿Cuál sería el mejor ambiente para un escritor?
Faulkner:El arte no tiene nada que ver con el ambiente. El mejor empleo que me han ofrecido fue el de administrador de un burdel. En mi opinión, ése es el mejor ambiente en que un artista debe trabajar. Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada qué hacer salvo llevar unas pequeñas cuentas e irle a pagar una vez al mes a la policía. De modo, pues, que el único ambiente que el escritor necesita es toda la paz, toda la soledad y todo el placer que pueda obtener a un precio no demasiado elevado.
Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte. Los que son buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos. El éxito es femenino e igual que una mujer: si uno se humilla, le pasa por encima. De modo, pues, que la mejor manera de tratar al éxito es mostrándole el puño.
Si el escritor está interesado en la técnica, más vale que se dedique a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse a sí mismo por medio de sus propios errores.

Pregunta: ¿Qué porción de su obra se basa en la experiencia personal?
Faulkner: No sabría decirlo. Nunca he hecho la cuenta, porque la porción no tiene importancia. Un escritor necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación. Cuales-quiera dos de ellas y a veces una puede suplir la falta de las otras dos.

miércoles, 11 de julio de 2012

Savater critica a la Crítica


Con placer, avanzo en la lectura de Los invitados de la princesa, la flamante novela de Fernando Savater,  en la cual, como es costumbre en el donastiara, deja escurrir sus ideas sobre esto y lo otro;  en este caso la crítica literaria:


Por lo común, los críticos no valoran la obra que han leído, que es la que el autor ha querido escribir, sino la que ellos hubieran querido leer, a falta de saber escribirla. La crítica es una especie de policía literaria, pretende detener y hasta ejecutar los gustos distintos a los de quien la perpetra. Son guardavías siempre dispuestos a los cambios de agujas y a mandar a los trenes literarios por otro camino del que pretenden seguir o incluso confinar a alguno especialmente detestado en la vía muerta (…) desaconsejar una obra es una tarea estéril. Para no leer un libro, cualquier libro, basta y sobra una sola razón: la existencia de todos los demás. Lo difícil y arriesgado es ofrecer motivos convincentes para leerlo. Sobre todo hoy en día, cuando gracias a los blogs, twitter, etcétera, cada vez hay más gente con la impaciencia de escribir y menos con la paciencia de leer.




viernes, 22 de junio de 2012

Una cita de Philip Roth


Por estos días, Philip Roth es noticia. El Príncipe de Asturias se ha sumado a los premios que reconocen su trayectoria. Los libros de este estadounidense universal no decepcionan. Por donde se le aborde se aprecia la excelencia.  Es probable que sus memorias, Los hechos, sea un buen punto de partida para aquel cuyos trabajos son ajenos.  De esa obra caen asombros como el siguiente:


…al igual que los enfermos incurables, los viejos lo saben todo de su propia muerte, menos el cuándo exactamente.

viernes, 15 de junio de 2012

El poder del perro


El entusiasmo de Rodrigo Fresán me acercó a El poder del perro. No es  el único en elogiar esa novela de Don Winslow. Sobre ella, en el Sunday Telegraph, se dijo:
"Es imposible hacerle justicia a El poder del perro con unas pocas palabras… Es un libro inmenso, en tamaño y en ambición. Sigue, a lo largo de casi treinta años. La lucha del agente americano contra los barones mexicanos de la droga responsables de introducir la cocaína en los Estados Unidos. Es una historia llena de sangre y violencia, y deja al descubierto la incompetencia, la corrupción y la conveniencia políticas."

Como consecuencia de esa trama, los episodios de tortura y ejecución son habituales. Aquí va uno:


“Todos conocen la historia de Rafael Bárragos… Rafi había asistido a una barbacoa en el rancho, poco después que Güero (un Jefe del Narco) y Pilar (la ex de otro Jefe del Narco) se casaran, y estaba con algunos cuates cuando Güero salió de la casa con Pilar del brazo. Rafi lanzó una risita, y en voz baja hizo una broma acerca de que Güero se había casado con la puta de Barrera. Y uno de sus buenos amigos fue a ver a Güero y se lo contó, y aquella noche sacaron a Rafi de su cuarto de invitado, fundieron delante de él  la bandeja de plata que les había obsequiado como regalo de bodas, le metieron un embudo en la boca y vertieron la plata fundida…

Así fue como encontraron el cadáver de Rafi: colgado cabeza debajo de un poste telefónico en una carretera secundaria a treinta kilómetros del rancho, los ojos abiertos de par en par a causa del dolor, la boca llena de plata solidificada. Y nadie se atrevió a bajar el cadáver, ni la policía, ni incluso la familia, y durante años el viejo pastor de cabras que vivía al lado habló del extraño sonido que producían los picos de los cuervos cuando perforaron las mejillas de Rafi y golpearon la plata."

jueves, 14 de junio de 2012

Un día como hoy, pero de 1986...

falleció Borges. Es por ello que me ha dado por abrir Los Conjurados y transcribir el primer poema que el azar depare. Es este:

Doomsday

Será cuando la trompeta resuene, como escribe San Juan el Teólogo.
Ha sido en 1757, según el testimonio de Swedenborg.
Fue en Israel cuando la loba clavó en la cruz la carne de Cristo, pero
                 no sòlo entonces.
Ocurre en cada pulsación de tu sangre.
No hay un instante que no pueda ser el cráter del Infierno.
No hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso.
No hay un instante que no esté cargado como un arma.
En cada instante puedes ser Caín o Siddharta, la máscara o el rostro.
En cada instante puede relevarte su amor Helena de Troya.
En cada instante el gallo puede haber cantado tres veces.
En cada instante la clepsidra deja caer la última gota.

miércoles, 6 de junio de 2012

Jugando a Juan Pirulero


En una de las cartas dirigidas por Alfonso Reyes a Jorge Luis Borges se lee lo siguiente:

“Solía decir yo a Jorge Luis Borges allá en mis días de Buenos Aires.- ¿Qué efecto podría causar una obra escénica cuyos personajes en vez de dialogar como suelen, simplemente monologaran uno frente al otro? Cada Juan Pirulero atiende a su juego, cada uno habla de lo que le interesa o fascina, cada uno sigue su sueño y no da oídos al interlocutor, por mucho que lo tenga delante. En el fondo y si pudiéramos arrancarnos el disfraz de muchas conversaciones, esto es lo que realmente sucede.”

miércoles, 30 de mayo de 2012

El vago azar o las precisas leyes


“Alfonso Reyes  y  Jorge Luis Borges hubieron de hallarse frente a frente en algún momento del año 1927”, sostiene Coral Aguirre en su libro Las cartas sobre la mesa, editado por el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León.

Aquel  año,  Reyes se establecía en Buenos  Aires en calidad de embajador. Entre los empeños a los que se abocó,  para estrechar los vínculos entre la Argentina y México, estuvo la publicación de una revista cultural Cuadernos del  Plata y la frecuentación de quienes entonces dominaban la escena cultural porteña; una de esas personalidades,  Victoria Ocampo, al poco tiempo  fundaría Sur; una de las revistas culturales más importantes del orbe hispanohablante.

Fue, precisamente, en casa de Victoria Ocampo donde tuvo lugar el encuentro de esos dos notables escritores latinoamericanos. Borges lo refiere así: “Yo lo conocí en la quinta de Victoria Ocampo, que está creo en San Isidro. Lo conocí a Alfonso Reyes, y recordé enseguida a otro poeta mexicano;  a  Othón… Entonces,  Alfonso Reyes me dijo    que él había conocido a Othón,  que Othón frecuentaba  la casa de su padre, el general Reyes, que se hizo matar cuando la Revolución Mexicana…”

Coral Aguirre nos recuerda el desenlace de aquella mítica conversación: Yo le dije: pero cómo, ¿usted lo conoció?, y él dio enseguida con la cita oportuna, aquellos versos de Browning: hay un señor que habla de Shelley, y el otro le dice: “Pero cómo ¿usted vio a Shelley, usted ha visto a Shelley?”. Y entonces, cuando yo le dije: ¿Usted conoció a Othón?, Reyes murmuró: “Ah, did you once see Shelley plain…”

Así comenzó una de las amistades virtuosas, para decirlo a la manera aristotélica, cuya sombra aún nos convoca. A ambos los unía el rechazo a la aldea y una voracidad intelectual infinita. Sin embargo cada uno veía en el otro cosas distintas. Como lo advirtió Octavio Paz: “… para Borges, el escritor mexicano era el  maestro de la prosa; para Reyes, el argentino era un espíritu curioso”.

 Es probable que quien haya sacado mejor provecho de esa camaradería fuese Borges. El argentino había tenido por maestros al andaluz Rafael Cansinos Assens y a su compatriota Macedonio Fernández; ese trato explica sus primeras tentativas literarias cargadas al ultraísmo y a lo vernáculo.  Pero es a partir de su relación con Reyes que Borges se enfila por el camino clásico y universal que terminará por darle fama mundial.  Así lo manifiesta en “Discusión”, libro de ensayos publicado por Borges  a poco de iniciada su amistad con Reyes, ahí se vislumbra  la senda por la que habrá de transitar:

Creo que los argentinos, los sudamericanos en general… podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas.

 Para alumbrar lo antes expuesto,  tomemos por linterna un comentario de Roberto Bolaños: “… Borges no lo aprende todo de Macedonio, sino también, una parte importante, de Alfonso Reyes, quien lo cura para siempre de cualquier veleidad vanguardista. .. Digamos que Reyes proporciona el  elemento clásico a Borges, la mesura  apolínea, y eso de alguna manera lo salva, lo hace más Borges.”

Todas las citas textuales mencionadas y el relato que las acompaña las he tomado del libro de Coral Aguirre al que aludí en el primer párrafo.  En esa obra suya, Coral dibuja los perfiles de ambos escritores así como el intercambio epistolar que sostuvieron (cartas dadas a conocer, entre nosotros, hace algunas décadas, por José Emilio Pacheco), de allí el título: Las cartas sobre la mesa; curiosamente esa es, también, la expresión coloquial a la que acudimos cuando el propósito es sincerarnos.

Coral Aguirre, escritora argentina afincada en Monterrey (ese sólo dato, podría intuirse, anunciaba el libro), abordaría de nuevo  la relación Borges-Reyes en su obra de teatro  La elección de Ifigenia. Pero, hit et nunc, Las cartas sobre la mesa es un  libro recomendable para todo aquel que quiera abundar sobre tan insignes personajes que compartieron un trecho de este mundo, citando a Borges,  en virtud  del vago azar o las precisas leyes.

viernes, 25 de mayo de 2012

Un poema de Luis Felipe Fabre


Cabaret Provenza
(Sirventés)

Ha llegado el mes de mayo: diciéndose vasallo
el que es conde se esconde en el feudo del lenguaje
donde mi señora es mi señor: travestida por amor
o por deporte: así de rara está la corte: el mundo
de cabeza: el clérigo suspira: el enamorado reza
ante el espejo: los ojos de su dueña
desdoblándolo Narciso entre dos fuentes indeciso:
cuánto tránsformismo: así me perdí a mi mismo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Diré adiós a los señores


Diré adiós a los señores,  la frase coloquial acostumbrada por Maximiliano al retirarse de una reunión, es retomada por Orlando Ortiz (Tampico, 1945) para titular su libro de crónicas sobre el Segundo Imperio;  escrito con el lenguaje ágil y ameno que caracterizan la prosa de este autor tamaulipeco que también ha cultivado el cuento, la novela, el relato infantil y el ensayo.

Hagamos un poco de historia. Promediaba el siglo XIX mexicano y  se tenía por telón de fondo  el enfrentamiento entre  liberales y conservadores. La Ley Juárez y la Ley Lerdo afectaban los intereses de insignes representantes de estos últimos, la milicia y el  clero. La constitución de 1857 consagraba los anhelos liberales; Benito  Juárez, líder de esa facción, asume la silla presidencial; comenzando, así, la Guerra de Reforma.  Ésta redujo a ruinas la economía nacional, los ingresos del erario se iban al pago de empréstitos. Juárez decreta la moratoria del pago de la deuda externa.  Ese fue el pretexto para que los acreedores extranjeros, Inglaterra, España, y, con más vigor, Francia, intervinieran militarmente en México. Serán los franceses, en complicidad con el bando conservador, los que finalmente, luego del revés militar propinado por los mexicanos bajo el mando de Zaragoza en la batalla del 5 de mayo de 1862, entrarán triunfadores a la capital de la República. Juárez huye. Una  Asamblea de Notables cifra el destino nacional: será monárquico. Una comisión viaja a Europa y ofrecen el trono a Maximiliano de Habsburgo.

Todo lo anterior, enunciado apretadamente, está relatado en los libros de historia, crónicas y novelas (destacando entre estas últimas Noticias del Imperio, de Fernando del Paso). De manera que algo se sabía  sobre  los usos y costumbres de la Corte pero muy poco sobre la vida cotidiana. Y es esa laguna la que pretende iluminar el libro de Orlando. Asistiremos, en sus páginas, a un variopinto desfile: aguadores, prostitutas, mineros, asaltantes de caminos; el pueblo, pues. Conoceremos  cómo vivían, cómo vestía, que comían,  qué hábitos le caracterizaban... cosas así.

Y aquí me callo, ilustra más reproducir algunos pasajes.

En aquellos tiempos: “El paludismo, la fiebre amarilla, el tifo, el cólera y muchos otros males semejantes hacían de la suya entre la población… Nacían cuarenta niños por cada mil habitantes, pero no sobrevivirían más de diez. De ellos sólo uno recibiría educación básica y no viviría más de veinticuatro años, según la expectativa de vida en esa época.”

El pueblo mexicano recibió a S.S.M.M.  Maximiliano y Carlota con pompa y circunstancia. Pero hubo casos en que a aduladores y lambiscones se les pasó la mano; como ocurrió en la recepción de Maximiliano en Morelia,  Michoacán: “… en uno de los arcos colgaron a una pequeñita rubia y preciosa, vestida de ángel, que sostenía en las manos un cartel muy mono que rezaba “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad”. Por fortuna la chiquilina no acabó insolada. “

Los caminos en ese entonces estaban en pésimas condiciones, infestados de bandidos y a merced de las inclemencias de la naturaleza; ríos torrenciales salidos de sus cauces, rocas desprendidas del talud de la montaña…  en pocas palabras: eran extremadamente peligrosos. De ahí que “los viajeros acostumbraban confesar y comulgar antes del viaje, hacer testamento, despedirse de sus familiares… dejar todos sus asuntos en regla antes de trepar a una diligencia.”

Sobre el oficio más antiguo, existía un Registro de Mujeres Públicas, el cual contenía: “fichas con los datos de cada prostituta (nombre, edad, domicilio… estado civil, enfermedades padecidas…) y una fotografía. Esta era bastante particular, pues en ellas las mujeres vestían sus mejores galas  y el fotógrafo las hacía posar como damas de alcurnia…”

Los Serenos: “En México, el origen de los policías son los guardias nocturnos, también conocidos como serenos, que nacieron no con fines de seguridad sino como vigilantes del alumbrado público.”

Confío en que la reproducción de los párrafos anteriores dan una  idea fiel del tono en el que está escrito el libro.  Y si bien,   al recorrer sus páginas  nos encontraremos con palabras que creíamos enterradas (“cáfila”, “linajudo”, “morrocotudo”, entre otras),  eso no empaña la claridad de la prosa que caracteriza a Orlando Ortiz. Finalmente, en la tarea de justipreciar esta obra, el próximo  sábado 5 de mayo, a las 3 de la tarde, nos reuniremos en Estación Palabra para leer y comentar algunos de sus pasajes. No habiendo más que agregar: diré adiós a los señores.

viernes, 20 de abril de 2012

Redentores

Redentores. Ideas y poder en América Latina (Debate, 2011), de Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947), recoge doce estudios biográficos sobre José Martí, José Enrique Rodó, José Vasconcelos, José Carlos Mariátegui, Octavio Paz, Eva Perón, el Che Guevara, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, el obispo Samuel Ruiz, el Subcomandante Marcos y Hugo Chávez.

Enrique Krauze, se sabe, es historiador, ensayista, editor mexicano, director de la prestigiosa revista Letras Libres. Es también, entre nosotros, de los pocos escritores que trabajan el género biográfico con fortuna y eficacia. Baste recordar que su libro Biografía del Poder es ya un clásico. (El citado, sumado a Siglo de caudillos y La presidencia imperial, representan una valiosa trilogía desde donde comprender la historia de México.)

Las extensiones de los ensayos, contenidos en Redentores, varían. Los de no muchas páginas (como los de José Martí y Eva Perón) contrastan con el más largo de todos; el que el autor dedica a su amigo y maestro Octavio Paz. (Me parece que el estudio del Nobel mexicano ameritaba un libro en solitario.) Pero entre todos ellos, más allá de la diversidad de personajes (pensadores, activistas, guerrilleros, políticos, novelistas, etc.), de alguna manera, comparten dos constantes detectables al escudriñar la historia moderna de América Latina: el culto al caudillo y el mito de la Revolución o, por oposición, su crítica. Claro, imposible que en sendos asuntos la galería esté de acuerdo, algunos encarnan la imagen del Caudillo (El Ché, el Subcomandante Marcos), aquellos la veneran (García Márquez, Samuel Ruiz), éstos la critican (Octavio Paz, Mario Vargas Llosa).

Krauze, como era de esperarse, dado su talante liberal, no permanece ajeno al debate, toma partido: El hechizo de la Revolución, nos dice, “ fue tan grande como lo es ahora el desencanto y la pesadumbre de las generaciones sacrificadas en el altar de un caudillo vitalicio. Ojalá llegue la hora de la reconstrucción y la reconciliación, la hora de la libertad: obra de demócratas, no de redentores.” El culto al héroe tiene en la figura de Thomas Carlyle a uno de sus autores clásicos. A este ensayista escocés, apunta Krauze, “se debe la idea de que la historia no tiene más sentido del que le confiere la biografía de los “Grandes Hombres”, en particular la de los inspirados “héroes” políticos como Oliver Crromwell o el Doctor Francia, que prescindieron de las instituciones democráticas por considerarlas una parafernalia inútil”. Conviene no olvidar lo anterior, justo ahora, cuando de nuevo en campaña anda un candidato que no hace mucho mandó al diablo las Instituciones.

Quien a futuro escriba la biografía de Enrique Krauze no podrá apartar un dato elemental: Krauze es nieto de emigrantes centroeuropeos y judíos. La condición judía, esto lo advierte Joan Juaristi, “ha permitido a Krauze percibir, con precisión de buen psicoanalista, las heridas simbólicas de sus biografiados: el complejo de inferioridad derivado de la humillación social o de la estratificación castiza, en Eva Duarte de Perón o en José Carlos Mariátegui; las taras físicas en este último o en el Che Guevara; la ausencia temprana del padre o el regreso como déspota del padre supuestamente muerto, en Octavio Paz o Vargas Llosa. A partir de estas heridas, busca Krauze entender por qué actuaron y pensaron como lo hicieron, subrayando implacable aciertos y errores, grandeza de ánimo e iniquidades, pero siempre desde una indisimulada empatía.”

Desde las primeras páginas del libro, Krauze declara sus deudas: “Me inspiré en los libros de Isahiah Berlin sobre los pensadores rusos, y en Hacia la estación de Finlandia, obra en la que Edmund Wilson mezcló el análisis ideológico y la biografía”; centra el problema: “¿Redención o democracia? Éste ha sido hasta hace poco, el dilema central de América Latina.”, y vislumbra el futuro: “… para que la democracia se fortalezca y perdure, y para que a través de ella (con sus leyes, instrumentos e instituciones) nuestros pueblos puedan enfrentar los males del nuevo siglo, los gobiernos deben desplegar una efectiva vocación social. De no hacerlo, la región volverá a buscar la redención, con todo el sufrimiento que conlleva.”

Por lo antes expuesto, Redentores es uno de los mejores libros que haya leído por estos días. Advierto en sus páginas la preocupación de un escritor que no ignora a Juan de Mairena, sabe que no hay manera de “sumar dos individuos”; pero se esfuerza, no el enfrentamiento: en la comprensión. Sorprende que las resonancias del mismo nos vengan mayormente del extranjero donde fue recibido con entusiasmo. Pareciera que aún perdura aquel mal detectado por Octavio Paz en la clase intelectual mexicana: el ninguneo.

lunes, 16 de abril de 2012

Algo sobre mi biblioteca



Damián Aviña, reportero de Hojalata, encarte cultural de Líder informativo, me entrevistó a propósito de mi biblioteca. Reproduzco la entrevista.

Damián Aviña.- ¿Eres bibliófilo o bibliómano?
Alfredo Arcos.- Soy lector.

¿Aproximadamente cuantos libros conforman tu biblioteca personal?
Ni la más remota idea.

¿Cuál es el libro más antiguo del acervo, o en su caso el primer libro que leíste?
El primer libro que leí fue “La isla del tesoro” de Stevenson. Así que mi debut como lector fue afortunado, ¿no le parece?

¿Cómo comenzó en ti la pasión por los libros, por la lectura?
La pasión lectora empezó, justamente, con ese libro. Yo era un niño y la sola idea de una isla con un tesoro (prometido en el título) era poderosamente seductora. El segundo libro que leí fue, si se me permite la expresión, mi consolidación como lector: Miguel Strogoff, de Julio Verne. Entonces quise ser valiente.


¿Existen publicaciones en tu acervo personal que destaquen por algún motivo en especial, ya sea porque son ediciones especiales, porque pertenecen a determinado autor, género, etc?
Desde mi primera respuesta pretendí ser claro. Tengo muchos libros, pero son libros que compro no con el furor del coleccionista, sino simplemente para leerlos. De manera que no persigo ejemplares raros, ediciones príncipe, incunables o cosas por el estilo. Simplemente soy una persona que gusta de la lectura y que tiene la fortuna de contar con recursos para adquirir los libros de su interés. No se espere mayor cosa de mí.


¿Cuales son tus favoritos?
Aquellos cuyo autor fue Jorge Luis Borges.


¿Con que frecuencia acudes a los libros de tu biblioteca personal?
Adquiero un libro e ingresa a mi biblioteca: Puede ser puesto en lista de espera o devorado de inmediato. A continuación, tomo un libro que quiero leer; ese libro andará conmigo de la seca a la meca: en mi recámara, en mi oficina, en mi auto, etc. Cuando termine su lectura habré de volver a mi biblioteca por otro. En ese orden de ideas, no existe una frecuencia como tal. Depende de muchos factores, las páginas del libro, el tiempo libre del que disponga: naderías como esas.


La biblioteca personal, ¿sigue creciendo?
Afortunadamente. ¿Sabía usted que Borges luego de quedar ciego seguía comprando libros? (hubo toda una legión de lectores dispuestos a leer para él.) Permítame una metáfora, acaso extravagante, esto de leer es como adentrarse en un laberinto y errar infinitamente, no hay prisa ni aflicción por salir de ese dédalo, se está a gusto allí.


¿Ha tenido que hacer algunas adecuaciones en su hogar para contar con un acervo propio?
Hasta ahora no. En lo sucesivo habré de hacer algo. Una ampliación, se entiende.


¿Cómo se debe cuidar una biblioteca de este tipo?
Me he limitado a la limpieza, airear la estancia, evitar las goteras y acciones parecidas dictadas por el sentido común.


¿Ha pensado en el destino de las publicaciones que conforman tu biblioteca con el paso de los años?, ¿Los conservaras siempre, o tienen algún futuro planeado?
¿El futuro de mi humilde Biblioteca? Cuando Andy García preparaba su debut como realizador, en “The Lost City“, visitó a su guionista de lujo, Guillermo Cabrera Infante. Es fama que la biblioteca de ese ilustre escritor cubano era enorme. Al ver tantos libros García preguntó “¿Los ha leído todos?” A lo que Cabrera Infante respondió: “Sí”… para de inmediato y pícaramente agregar… “pero sólo una vez”. Primero aspiro al menos a eso: a leer todos mis libros.


¿Qué atmósfera o experiencia distinta puede obtener alguien como tú que conserva un acervo propio, a cualquier otro lector, o no lector?
La ventaja que veo en mis circunstancias es que tengo los libros al alcance de mi mano. Es decir, no debo acudir a una biblioteca pública a pedirlos en préstamo. Debo agregar que no veo ninguna indignidad en esto último. Cuando era universitario, sin recursos, lo hice innumerables veces. Advierto una ventaja más: si la memoria me juega una mala pasada, acudo al libro para, por ejemplo, recordar que aquellos versos iban así:
“eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto”

domingo, 4 de marzo de 2012

Exceptio probat regulam

"Hay un dicho latino que establece exceptio probat regulam, es decir "la excepción pone a prueba -o compromete- la regla". Algún tontaina tradujo mal hace siglos probat como "comprueba, confirma" y la rutina convirtió su ignorancia en sabiduría popular. Que seguimos repitiendo, tan orondos."
(Fernando Savater)