Procuro ver nuestros noticieros culturales (el que más sintonizo es Noticias 22, conducido por Laura Barrera), advierto que en ellos se abusa de las entrevistas y de las participaciones, vía e-mail o twitter, de televidentes ávidos por comentarlo todo.
Se ha caído en el engaño de creer qué todos tienen algo interesante que decir. Los más divertidos son los soliloquios de bailarines y artistas plásticos. Son buenísimos para verbalizar sobre la nada. Resulta que esos tres brincos, y un arabesco, representan una crítica a la sociedad de consumo; y aquellos trazos en tonos malva y solferino son una diatriba contra el gobierno espurio. A estos señores, salvo contadas excepciones, se le agradecerían dos cosas: que ejecuten su tarea… y cierren el pico.
¿De dónde viene esa manía por leer cuanto comentario emite el televidente, radioescucha o lector, sin mediar criba alguna? En este Blog he recibido, a lo largo de su corta vida, un par de insultos (obvio, quienes los largan, educados en el arte de tirar la piedra y ocultar la mano, omiten firmarlos con su nombre). Ni los publiqué ni les dí respuesta; por una sencilla razón ¿qué se le puede contestar a quien se esconde bajo las enaguas del anonimato?
Una autoridad demuestra que las fiestas del Bicentenario fueron costosas y vanas, por decir algo; de inmediato, el sr. Emérito Menchaca de la Voluntad y Trabajo comenta “Estoy de acuerdo”; en seguida, la sra. Agustina Galván, del Sector Aduana: “Que no está de acuerdo”. Finalmente la lectura de un twitter de soltero69: “Ke ya la dio weba y ke mejor le expliquen de ke se rie la barbi”.
Las entrevistas y los comentarios fatales no respetan medio de comunicación. Es así que leemos una declaración de un ensotanado señor, de nombre Pésimo (¿u Onésimo?), “El estado laico es una jalada”. No se hace esperar la respuesta de hazpatriamataunchilango: “que enrolle su discurso y se lo meta por el orto, así le será de provecho”. Desafortunadas: la declaración y su réplica. ¿Hacia dónde avanzamos entre tanta mierda?
Ocurre lo mismo en los pocos suplementos culturales sobrevivientes. Ríos de opiniones donde las palabras se igualan a la nada. Pero, para regocijo nuestro, no siempre es así.
Todo este largo rodeo para llegar a donde quería. He leído una entrevista (publicada por el suplemento Laberinto, de Milenio) en donde el escritor catalán Félix de Azúa, en un ejemplo mayúsculo del ejercicio de reflexión y claridad expositiva, sostiene:
La realidad y su representación: En el inicio del libro (Habla de su última obra, Autobiografía sin vida) están las cabezas de caballos de Chauvet (se refiere a las pinturas rupestres de los caballos de las cuevas de Chauvet-Pont d’Arc), cuando las vi inmediatamente pensé: las debieron ver los niños que nacían y crecían en el interior de aquellas cuevas; me imaginaba aquellas oscuridades iluminadas por el fuego, los resplandores, y me preguntaba: cuando aquellos niños salían de las cuevas y se cruzaban con los caballos, ¿cuáles consideraban que eran los verdaderos, los que estaban viendo en ese momento o los pintados en las cuevas? ¿Cuáles fueron las imágenes que yo vi y me determinaron sin que yo lo supiera? ¿Qué imágenes fueron aquellas que luego me hicieron comprender la vida tal y como la he comprendido?
Los Partidos Políticos: los partidos no son organizaciones políticas, sino empresas económicas, y no se puede decir que la política es lo que hacen los partidos, la política la hacemos usted y yo, los ciudadanos, los partidos no hacen política, hacen negocio.
Goya y el horror: En Goya se da ese primer paso interesantísimo hacia la representación inmediata del horror. El arte anterior no lo representaba. Delacroix, por ejemplo, tiene un cuadro que es la representación de una matanza, se llama La masacre de Quíos, una ciudad en la que entraron los turcos y mataron a todo el mundo: veinte mil cadáveres, pero la representación de Delacroix no produce ningún horror, es muy hermosa. Goya es el primero que introduce el horror dentro de la representación, pero ojo que esto es arte y en el arte el horror puede estar presente, pero ha de estar siempre en forma afirmativa, que no deprima, que no sea una foto de Auschwitz, que te hace odiar al género humano.
Los escritores coptados por el poder: la mayor parte de los poetas utilizados por el poder no son poetas, son simulacros, imitaciones. Un poeta no se deja utilizar. Mejor dicho, a lo mejor querría ser utilizado el pobre, aunque sólo fuera para comer caliente, pero es imposible utilizar un poeta. Los poetas te meten en unos líos horrorosos. Tú llevas a un poeta a ponerle una condecoración y te puede llegar hecho un asco, ponerse a gritar, querer pellizcarle el culo a la ministra, los poetas son imposibles.
Yo mismo he incurrido en el pecado de proferir boberías. Recuerdo, para vergüenza mía, una entrevista que concedí en la que jugaba a ser Santa Claus. Como sospecho que pudiera reincidir, ya tengo una respuesta preparada para cuando me asalten con semejante vaina: “Vaya usted y pregúntele a don Félix de Azúa, seguramente el sí tendrá algo interesante que decir”.
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