jueves, 19 de julio de 2012

Tres Izquierdas



En el seno de la Izquierda Mexicana palpitan pulsiones diversas. José Woldenberg destaca tres:

"Hay una izquierda fuerte y con raíces que sabe y trabaja para anudar su futuro con el de la democracia. Sabe que la sociedad mexicana no puede encuadrarse bajo un solo ideario, una sola política, un solo lenguaje. Asume que por necesidad y virtud tiene que vivir y convivir con otras corrientes políticas. Está dispuesta a que los humores públicos cambiantes le otorguen su respaldo o le vuelvan la espalda. Se moviliza por supuesto, pero trabaja para fortalecer las instituciones que hacen posible la convivencia y la competencia de la pluralidad, ve en la democracia una fórmula efectiva y loable de gobierno, y la asume como un fin en sí mismo. Se ha formado bajo los efectos del proceso democratizador y de sus logros en el mundo de la representación, al tiempo que ha realizado un ajuste de cuentas conceptual con varios de sus resortes del pasado.

Pero ese bloque -que me gustaría pensar mayoritario- no está solo en el escenario. Convive con una izquierda que de cuando en cuando, para hacer avanzar sus intereses, no se ha inhibido en erosionar la confianza en las instituciones que sostienen a la incipiente democracia. Se trata de quienes explotando todas las posibilidades de crecimiento que nuestra germinal democracia les otorga, con una frecuencia que entristece, contribuyen a lastimar el poco o mucho aprecio en las reglas, las instituciones y las rutinas que ponen en pie la coexistencia-competencia de la diversidad política. Tienen una relación ambigua con la democracia. Cuando en 2006 se inventaron algoritmos, supuestos votos perdidos y "fraudes hormigas", vulneraron la confianza arduamente construida a lo largo de los años. Hoy, cuando en el ejercicio de sus derechos, pero a sabiendas de que sus pretensiones no prosperarán, solicitan la invalidez de la elección presidencial, derraman combustible para mantener viva la protesta e incrementar el descrédito en las instituciones electorales. Por cierto, esa actitud no es exclusiva de una cierta izquierda. Desde otro flanco del espectro político, las televisoras, cuando vieron que sus intereses eran afectados por la reforma de 2007, desataron una intensa campaña contra las normas, las instituciones electorales y los funcionarios del IFE. Se trata de actitudes convenencieras que creen que sus intereses particulares están por encima del resto.

Hay además una izquierda para la cual, las elecciones, la reproducción de la pluralidad, la vida en los Congresos, vale poco o nada. Se expresa sobre todo a través de movimientos, organizaciones no gubernamentales y asociaciones varias. En ella, se producen y reproducen prejuicios antipolíticos que ven en los políticos un bloque indiferenciado y perverso, en los partidos a las fuentes del mal, y en los Congresos y gobiernos a encarnaciones siniestras. Sus formas de lucha son las marchas, los mítines, los bloqueos, los boicots y desprecian al insípido momento electoral. Asumen un lenguaje radical y fantasean con un cambio taumatúrgico sin día ni vía. Creen que encarnan una superioridad moral y política que les permite declarar ilegítima e intrascendente la voluntad de 50 millones de electores. Ayer, el EZLN desató "la otra campaña" y ahora una asamblea en la que participan desde los hombres y mujeres de Atenco hasta jóvenes del movimiento Yosoy132 proclama que impedirá la "imposición" de Enrique Peña Nieto."

Resumiendo, Marcelo Ebrad encaja en el primer bloque, AMLO en el segundo y Yo soy 132 en el tercero. Espero que la izquierda representada por Ebrad se vigorize e impere el buen sentido.

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