miércoles, 30 de mayo de 2012

El vago azar o las precisas leyes


“Alfonso Reyes  y  Jorge Luis Borges hubieron de hallarse frente a frente en algún momento del año 1927”, sostiene Coral Aguirre en su libro Las cartas sobre la mesa, editado por el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León.

Aquel  año,  Reyes se establecía en Buenos  Aires en calidad de embajador. Entre los empeños a los que se abocó,  para estrechar los vínculos entre la Argentina y México, estuvo la publicación de una revista cultural Cuadernos del  Plata y la frecuentación de quienes entonces dominaban la escena cultural porteña; una de esas personalidades,  Victoria Ocampo, al poco tiempo  fundaría Sur; una de las revistas culturales más importantes del orbe hispanohablante.

Fue, precisamente, en casa de Victoria Ocampo donde tuvo lugar el encuentro de esos dos notables escritores latinoamericanos. Borges lo refiere así: “Yo lo conocí en la quinta de Victoria Ocampo, que está creo en San Isidro. Lo conocí a Alfonso Reyes, y recordé enseguida a otro poeta mexicano;  a  Othón… Entonces,  Alfonso Reyes me dijo    que él había conocido a Othón,  que Othón frecuentaba  la casa de su padre, el general Reyes, que se hizo matar cuando la Revolución Mexicana…”

Coral Aguirre nos recuerda el desenlace de aquella mítica conversación: Yo le dije: pero cómo, ¿usted lo conoció?, y él dio enseguida con la cita oportuna, aquellos versos de Browning: hay un señor que habla de Shelley, y el otro le dice: “Pero cómo ¿usted vio a Shelley, usted ha visto a Shelley?”. Y entonces, cuando yo le dije: ¿Usted conoció a Othón?, Reyes murmuró: “Ah, did you once see Shelley plain…”

Así comenzó una de las amistades virtuosas, para decirlo a la manera aristotélica, cuya sombra aún nos convoca. A ambos los unía el rechazo a la aldea y una voracidad intelectual infinita. Sin embargo cada uno veía en el otro cosas distintas. Como lo advirtió Octavio Paz: “… para Borges, el escritor mexicano era el  maestro de la prosa; para Reyes, el argentino era un espíritu curioso”.

 Es probable que quien haya sacado mejor provecho de esa camaradería fuese Borges. El argentino había tenido por maestros al andaluz Rafael Cansinos Assens y a su compatriota Macedonio Fernández; ese trato explica sus primeras tentativas literarias cargadas al ultraísmo y a lo vernáculo.  Pero es a partir de su relación con Reyes que Borges se enfila por el camino clásico y universal que terminará por darle fama mundial.  Así lo manifiesta en “Discusión”, libro de ensayos publicado por Borges  a poco de iniciada su amistad con Reyes, ahí se vislumbra  la senda por la que habrá de transitar:

Creo que los argentinos, los sudamericanos en general… podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas.

 Para alumbrar lo antes expuesto,  tomemos por linterna un comentario de Roberto Bolaños: “… Borges no lo aprende todo de Macedonio, sino también, una parte importante, de Alfonso Reyes, quien lo cura para siempre de cualquier veleidad vanguardista. .. Digamos que Reyes proporciona el  elemento clásico a Borges, la mesura  apolínea, y eso de alguna manera lo salva, lo hace más Borges.”

Todas las citas textuales mencionadas y el relato que las acompaña las he tomado del libro de Coral Aguirre al que aludí en el primer párrafo.  En esa obra suya, Coral dibuja los perfiles de ambos escritores así como el intercambio epistolar que sostuvieron (cartas dadas a conocer, entre nosotros, hace algunas décadas, por José Emilio Pacheco), de allí el título: Las cartas sobre la mesa; curiosamente esa es, también, la expresión coloquial a la que acudimos cuando el propósito es sincerarnos.

Coral Aguirre, escritora argentina afincada en Monterrey (ese sólo dato, podría intuirse, anunciaba el libro), abordaría de nuevo  la relación Borges-Reyes en su obra de teatro  La elección de Ifigenia. Pero, hit et nunc, Las cartas sobre la mesa es un  libro recomendable para todo aquel que quiera abundar sobre tan insignes personajes que compartieron un trecho de este mundo, citando a Borges,  en virtud  del vago azar o las precisas leyes.

1 comentario:

Marcelo dijo...

Que gusto exquisito refleja este blog! felicitaciones.