viernes, 16 de julio de 2010

A partir de cierta hora



“Cuando la gana llega la gana gana” nos dice Monsiváis; y al grito de mala noche no los capitalinos inundan todo tipo de antro. El cronista más popular entre nosotros encera sus uñas y en uno de los mejores momentos de Apocalipstick da fe:

El fin de siglo incluye, por si alguien solicita disculpas ante la lluvia de fuego que arrasará a los inmorales, la multiplicidad de sitios gay, antes del uso del término, actividad social muy riesgosa a causa de las razzias y de los permisos de la autoridad revocados con frecuencia por los “atentados a la moral” y renegociados si la moral anda en apuros económicos. Como de soslayo, la ciudad admite la existencia numerosa de otra minoría, y en la calle de Ecuador, donde estuvieron los baños públicos de ese mismo nombre, de reputación no exactamente higiénica… está el Catorce, o Las Adelitas, un galerón de la permisividad reciente, que atrae a señores de miradas de scanner, mujeres que por razones laborares no discriminan entre sus amantes (léase “putas”), parejas que al salir del clóset se despojan del aire de ambigüedad que por otra parte no se advierte…

En fin, que en el DF, como en cualquier otra gran ciudad, y algunas no tanto, la moral se relaja; claro, a partir de cierta hora.

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