Procuro leer en las primeras horas del día, movido por una peregrina idea: si un accidente durante la jornada suspendiera mis actividades, la muerte, por ejemplo, al menos ya habré leído.
Es así que, con el café inaugural, hoy he dado con una anécdota referida por Fernando Benítez a Ricardo Cayuela Gally, consignada en La voz de los otros –libro del segundo-.
El barón Humboldt era un montañista fabuloso. Y habló de la fuerza de los mineros mexicanos después de subir desde el fondo de una mina de Guanajuato hasta la superficie, porque llegó agotado. Decía que los indios eran muy resistentes, ya que podían hacer ese recorrido cargados con el mineral. Lo llevaban en la espalda, sujeto por la frente con una cinta, desde el fondo de las minas hasta la superficie. A la salida, fueran ancianos o muy jóvenes, había un personaje singular que les metía un dedo en el culo, un “dedo indecente”, dice Humboldt, para evitar que se robaran alguna pieza de oro o de plata.
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