lunes, 2 de febrero de 2009

La culpa es de los ninjas



En esta ocasión les hablaré de los ninjas. Para que no cunda la confusión aclaro que no abordaré por tema el de los célebres mercenarios japoneses. No son esos ninjas el motivo de esta cavilación, son otros.

Leopoldo Abadía, un ingeniero español de 75 años que presume no saber nada de economía, ha tomado por asalto los medios de comunicación de su país. Para su sorpresa, saltó a la fama y hoy se encuentra en el candelero. La razón: la simplicidad de sus argumentos para explicar el origen de la actual crisis norteamericana y su impacto global.

Todo comenzó hacia 2001 cuando las tazas de interés en Estados Unidos bajaron a niveles cercanos al 1%. En consecuencia, el negocio de los banqueros mermaba. Pero los bancos están para ganar dinero y no para otra cosa. Teniendo eso en miras, a alguien se le ocurrió que podían dar préstamos más arriesgados por los que cobrarían más intereses. De ahí que optaron por prestar dinero, con garantía hipotecaria, a personas insolventes. Personas a las que ni usted ni yo daría siquiera la hora, por decirlo elegantemente, ya no digamos dinero en préstamo. Estos señores son los famosos ninjas de Abadía. Es decir, personas, sin trabajo, sin ingresos ni propiedades (ninja, por sus siglas en inglés: no income, no job, no assets).

Para completar el cuadro, la economía norteamericana vivía un intempestivo boom inmobiliario. Así las cosas, decidieron conceder créditos hipotecarios por un valor superior al valor de la casa que compraba el ninja, confiados en que como consecuencia del citado boom inmobiliario muy pronto esa propiedad valdría más que el dinero otorgado. A este tipo de hipotecas les llamaron “hipotecas subprime”. Dicho de otro modo, hipotecas con un alto riesgo de no ser pagadas.

De manera que el ninja conseguía el préstamo, y si se le mira de cerca, ¿realmente qué perdía? La garantía era el bien inmueble al que destinaría el préstamo hipotecario y además le quedaría un excedente que no tardaría en dilapidar.

Fue tan exitoso este negocio que muy pronto la economía doméstica no dio abasto y se recurrió a dinero del extranjero colocando títulos en el mercado internacional garantizados con paquetes hipotecarios de todos los colores incluyendo las hipotecas subprime, es decir, las altamente riesgosas. (Estos son los famosos paquetes MBS: Mortgage Backed Securites, o sea, obligaciones garantizadas por hipotecas.)

Este esquema funcionó algunos años. A principios de 2007 los precios de las viviendas norteamericanas se desplomaron. De modo que los deudores cayeron en la cuenta de que estaban pagando por sus casas más de lo que en realidad valían. En consecuencia, dejaron de pagar. De la noche a la mañana nadie quiso comprar MBS y los que los poseían no pudieron venderlos. Grosso modo, así explica Abadía el origen de la crisis.

Finalmente, habría que preguntarnos, ¿la culpa es de los ninjas? Para decirlo en mexicano, ¿a quién le dan pan que llore? Por otro lado, cargar en los hombros de los bancos el peso de la culpa es excesivo. Recordemos que los bancos no se mandan solos, son regulados. ¿Falló la regulación? Quizás la respuesta esté en otra parte, y el origen de la crisis se encuentre en la equivocada política monetaria y fiscal de los Estados Unidos que al bajar las tasas de intereses promovió el consumo y desalentó el ahorro interno.

a.a

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