sábado, 21 de febrero de 2009

Río Helado




Un viaje a Quebec aquel invierno fijó en mi memoria un paisaje indeleble: el San Lorenzo parcialmente congelado.

Pienso en aquella imagen ahora que he visto Frozen River, el film ganador del Gran Premio del Jurado en la última edición del Sundance.

Algunas cintas del así llamado cine independiente suelen ser pretenciosas y derivan en ridículas. No es el caso de Frozen River. Esta película nos cuenta una historia de supervivencia, valor y solidaridad.

Ray (magníficamente interpretada por Melissa Leo), abandonada por su compañero, sobrelleva la ardua tarea de criar y educar a sus dos pequeños hijos. Esos empeños rozan la heroicidad, pero en el apremio de sus días no hay lugar para la jactancia.

La necesidad y el azar, aderezado con tráfico ilegal de inmigrantes en un trecho de la frontera mohawk compartida por Estados Unidos y Canadá, aliñan un duro final, mezcla de infortunio y esperanza.

Frozen River, lleva en su título la mejor metáfora: una historia temeraria y seca, se cuenta entre aquellas cintas que no dudaría en volver a ver.

a.a

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