De manera que teniendo, como tengo, tan grato recuerdo de don Pedro, me ha dado gusto toparme con este soneto suyo:
Vive siempre el ayer pero el ahora/ no crece hacia mañana./ En vano espero desde mi ventana/ ver apuntar la aurora.// El largo tiempo se adelgaza y llora,/ la lenta sangre mana,/ y hay una especie de congoja humana/ que el corazón me lame, hora tras hora.// Del diamante, del agua y del rocío/ nace la luz, y nace mi agonía/ del viento que me da su griterío.// Ese viento que yo desplumaría/ de no haber en la noche tanto frío/ y tanta lumbre en la cabeza mía.
Y lo comparto con todos, pero particularmente con la profesora Puente; siempre atenta y generosa conmigo.
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