lunes, 9 de agosto de 2010

Un soneto de Garfias

Fue en Tabasco, donde tantas revelaciones literarias me ocurrieron, cuando conocí la obra de Pedro Garfias. Supe, desde entonces, de su exilio mexicano y su vagar por Monterrey. Según la profesora Juan Elia Puente, Garfias visitó en varias ocasiones Nuevo Laredo. Aquí, dice ella, tenía amigos con los que se daba a la bohemia.

De manera que teniendo, como tengo, tan grato recuerdo de don Pedro, me ha dado gusto toparme con este soneto suyo:

Vive siempre el ayer pero el ahora/ no crece hacia mañana./ En vano espero desde mi ventana/ ver apuntar la aurora.// El largo tiempo se adelgaza y llora,/ la lenta sangre mana,/ y hay una especie de congoja humana/ que el corazón me lame, hora tras hora.// Del diamante, del agua y del rocío/ nace la luz, y nace mi agonía/ del viento que me da su griterío.// Ese viento que yo desplumaría/ de no haber en la noche tanto frío/ y tanta lumbre en la cabeza mía.

Y lo comparto con todos, pero particularmente con la profesora Puente; siempre atenta y generosa conmigo.

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