martes, 10 de agosto de 2010

Un robot mexicano



Se llama Mexone y fue diseñado por científicos mexicanos. Para saber más del asunto, basta un click aquí.

Esta noticia, tan poco común en los medios (no se ha visto que los avances nacionales en robótica acaparen ocho columnas), sirve a Guillermo Sheridan para desplegar, en su columna de hoy para El Universal, erudición en la materia:

Antes de que Karol Kapek los bautizara, los robots se llamaban “automata” y, si tenían apariencia humana, “androides”.
La palabra automaton (“que se lanza a sí mismo”) se aplicó a cualquier creatura provocada por demiurgo, que emulase humanos por arte de magia o de ingeniería. El cronista griego Fadorino (siglo IV) narra que Dédalo construyó un palomo de madera que volaba y androides que abrían y cerraban los ojos antes multitudes asombradas. El jesuita Athanasius Kircher habla de un Johan Müller -apodado “Regiomontanus”- que en el XIII construyó una mosca blindada de tamaño natural que usaba para dar muerte a otras moscas, y el propio Kircher -según Fortat en sus Comentarios- diseñó un autómaton de bronce que abría la puerta y saludaba al visitante. Un francés, Vaucason, fabricó un ganso capaz de llenarse el buche de grano que luego “evacuaba por ordinaria vía” y Da Vinci un león mecánico que le rugió a Louis XII cuando visitó Roma.
Descartes se interesó mucho en el asunto y habla de él en la quinta parte de su Discurso del método. Teorizó que aun los hombres eran mecanismos sumamente elaborados y multifuncionales. Luego de algunos ensayos timoratos concluyó que los automata eran máquinas mediocres, incapaces de hablar y capaces de realizar, si acaso, una sola función específica. Su mayor logro fue una muchacha de cuerda a la que llamaba “mi hija Franchina” que tuvo un final espeluznante: durante un viaje en barco, Descartes la echó a andar y los marineros, aterrados, la lanzaron por la borda. Y como la función específica de Franchina, lamentablemente, no era la natación…

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De Polonio a Laertes: Me escribe Judith Moreno diciendo que, precisamente, los versos finales del pasaje de Hamlet reproducido en este Blog, hace unos días, modelaron su vida. Ella prefiere el inglés y en esa lengua los cita. Los comparto para disfrutar eso que Borges llamó la música verbal de Inglaterra:

This above all, to thine own self be true
And it must follow, as the night the day
Thou cans't not then be false to any man.

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