viernes, 1 de abril de 2011

Un fragmento de La Sangre Erguida




"En el baño, al bajarse la bragueta para orinar, miró con odio al secuestrador de su voluntad. ¿Ya ves, cabrón?, le jaló el prepucio en un arranque de cólera: Por tu culpa voy a perder hasta la camisa. Suelta toda la orina, hasta la última gota, y mucho cuidado con chorrearme los pantalones. Así, dormidito, hasta pareces un niño obediente. Pero yo te conozco bien, como todos los chaparros eres un tirano en potencia, al menor descuido quieres darme golpe de estado. Apenas ves pasar un culito por la calle y te pones a gritar órdenes como sargento: de frente, pelotón, paso redoblado, hasta el precipicio."

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