Con el ánimo mesurado que le caracteriza, José Woldenberg, en las páginas de Reforma, medita hoy sobre Rincón Gallardo:
"Gilberto era un hombre cordial y atento. Una personalidad extraña (por su corrección) en un ambiente casi siempre crispado y tenso. Destacaba por su inteligencia y claridad expositiva. Quería militar en un partido de causas, con una vida intensa pero civilizada, y capaz de hacer avanzar, aunque fuera de manera gradual, la justicia y la libertad, la no discriminación y la convivencia de la diversidad."
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