martes, 19 de octubre de 2010
La teta asustada
La teta asustada, segunda película que veo de Claudia Llosa (la primera fue Madeinusa), narra el trauma de Fausta (Magaly Solier), hija de una campesina violada en la dramática hora de los enfrentamientos entre el ejército peruano y el grupo terrorista Sendero Luminoso.
Fausta recibió de su madre, con la leche materna, el terror de aquel evento. A esta situación, precisamente, le llaman la teta asustada. Pero ahí no acaba el asunto. La hija, temerosa de repetir el aciago destino de su madre, toma precauciones extremas, se inserta una papa en la vagina para contravenir de ese modo cualquier intento de penetración violenta. El tubérculo crece dentro de ella provocándole infecciones, desmayos…
La joven Fausta se emplea, en casa de una pianista desatendida por las musas, como doméstica, para ganar unos cuantos soles con los cuales llevar el cadáver de su madre a su solar nativo. Estas secuencias son alternadas en el filme con acercamientos a la vida cotidiana del pobrísimo barrio donde vive la familia de la protagonista: un tributo apoteótico al Kitsch. (No supe si reír o llorar con la escena del desfile de los invitados a una boda ostentando sus regalos.)
Claudia Llosa no cae en la ordinariez ni pregona un discurso de animosidades políticas, sólo nos recuerda que aún en las vidas más miserables hay lugar para la belleza. Si usted se quiere conmover pruebe con La teta asustada. Algo le aseguro, por algún tiempo, la mirada de Fausta le perseguirá.
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