lunes, 4 de octubre de 2010

Celda 211



La hora y minutos que dura Celda 211 su vida se suspenderá. De la primera toma a la última, esta película no tiene desperdicio. Si algo exigimos del arte, si algo celebramos del arte es esa puerta de escape que se nos abre: nos evadimos de nuestras circunstancias; dejamos de ser quienes somos y asistimos a otra realidad más desconcertante que la propia.

Juan Oliver, próximo a incorporarse como celador, realizaba su primera visita a las instalaciones de la cárcel cuando un motín al interior de la misma lo sorprende dentro. Un golpe, consecuencia de una detonación, lo noquea. Quienes le daban el recorrido resuelven dejarlo en la celda 211, en ese momento vacía, mientras van por asistencia médica. El amotinamiento cobra proporciones dramáticas y Juan es abandonado a su suerte.

Cuando se recupera del desvanecimiento, Juan advierte rápidamente de qué va el asunto, y el instinto de supervivencia le dicta la única medida sensata que en esa situación puede ejecutar: confundirse como un recluso más.

Celebro en el cine su capacidad, ya lo dije, para entretenerme. Si además de eso vislumbro aspectos de corrupción penitenciaria, impericia en el manejo de conflictos, obsesión por el poder incluso en los reductos; para decirlo en corto, me acerco, palpo, huelo, la mala levadura del hombre, bueno no me queda más que aplaudir a quien me regaló esa experiencia, en este caso a Daniel Monzón, director de la película.

Celda 211 nos ayuda a comprender que incluso en los hoyos hay moradores de primera y de segunda (la mayoría de los reos desclasados toman como rehenes a tres presos etarras) y, más inquietante, que en cualquier momento, cualquiera de nosotros, mansos hombres de bien, podemos situarnos en el otro lado.

Mención especial merece Malamadre, el líder de los amotinados, encarnado por el actor Luis Tosar. Tosar le llevará de la risa al llanto, y que esto lo hago un tipo con el cual decididamente no querríamos enfrentarnos, es de un mérito mayor. Calificar de sobresaliente a la actuación de Luis Tosar es quedarnos corto: merece todos los honores.

Celda 211 es el tipo de cine que me apetece, y no bisuterías bicentenarias.

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