miércoles, 13 de enero de 2010

3 días en la Huasteca Potosina



31 de diciembre de 2009. El problema con los lugares de atractivo natural es el hospedaje y la comida. Recuerdo cuando hace años me desplacé a Angangueo; al bajar del cerro, santuario de las Monarcas, tenía tanta hambre que comí lo que había (y lo que había mi memoria ha querido olvidarlo). Eso no ocurre en la Huasteca Potosina. Una cadena de hoteles boutiques llamados Huasteca Secreta provee hospedaje confortable y buena mesa. El Meco (donde aparezco en la foto) es una de las tantas del circuito de cascadas del lugar. Con ese torrente y ese azul imposible como fondo cerré el año.

1 de enero de 2010. No me levanté de la cama. Me leí de un tirón Muerte Parcial de Juan Villoro y comencé la lectura de Cielo de invierno de Luis González de Alba. Una cita del primero fue déjà vu: “cuando las cosas empeoran, yo mejoro”.

2 de enero de 2010. Visité Xilitla. Es un pueblito enclavado en la serranía; es por ello que de lejos es admirable pero de cerca decepciona. Como sea, es el punto obligado si se quiere visitar Las Pozas, lugar elegido para una de sus residencias por el excéntrico y acaudalado escocés Edward James. Lo delirante de las construcciones, confundidas con la vegetación local, destaca por extraordinario.

Aprendí una palabra: “Peristilo”, el diccionario la define como lugar rodeado por columnas; y era el nombre del restaurant donde comí un filete de pecado a la mantequilla con nieve de frutas del bosque.

He dejado para el final lo grabado por James en lo que ocasionalmente fue su morada: “Mi casa tiene alas, y a veces, en la profundidad de la noche, canta…”

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