miércoles, 27 de mayo de 2009

Mensaje escrito en la carne




Había pasado tantos años escondido, que luego de ser apresado por la policía italiana, Paolo Di Lauro, jefe del Clan Di Lauro, el día del juicio, al finalizar la audiencia recibe la visita de su hijo Vicenzo y escucha las palabras "Estás pálido"; a las que responde con este comentario: "Hace muchos años que esta cara no ve el sol".

La captura de Paolo fue posible por los informes de un delator. La camorra no tardaría en cobrar venganza. Asi nos narra Roberto Saviano (el de la foto) en su libro Gomorra el terrible ajuste de cuenta:

Menos de veinticuatro horas después de la detención del boss, encontraron en la rotonda de Arzano a un chico polaco que temblaba como una hoja mientras intentaba con dificultad tirar a la basura un enorme fardo. El polaco iba manchado de sangre y el miedo dificultaba sus movimientos. El fardo era un cuerpo. Un cuerpo maltratado, torturado, desfigurado de un modo tan atroz que parecía imposible que se pudiera destrozar así un cuerpo. Una mina que hubieran hecho tragar a alguien y hubiera explotado en su estómago habría causado menos estragos. El cuerpo era de Edoardo La Monica, pero ya no se distinguían sus facciones. La cara sólo tenía labios; el resto estaba hecho cisco. El cuerpo, repleto de orificios, estaba cubierto de costras de sangre. Lo habían atado y, con una maza de clavos, torturado lentamente, durante horas. Cada mazazo sobre el cuerpo era un agujero, mazasos que no sólo rompían los huesos sino que agujereaban la carne, clavos que entraban y salían. Le habían cortado las orejas, rebanado la lengua, roto las muñecas y sacado los ojos con un destornillador estando vivo, despierto, consciente. Y luego para matarlo, le habían machacado la cara con un martillo, y con un cuchillo le habían grabado una cruz sobre los labios. El cuerpo debía acabar en la basura para que lo encontraron podrido, entre las inmundicias de un vertedero. Todos entienden claramente el mensaje escrito en la carne, aunque no hay más prueba que esa tortura. Cortadas las orejas con las que había oído dónde estaba escondido el boss, rotas las muñecas con las que has movido las manos para recibir el dinero, arrancados los ojos con los que has visto, rebanada la lengua con la que has hablado. La cara que has perdido ante el Sistema haciendo lo que has hecho, destrozada. Sellados los labios con la cruz: cerrados para siempre por la fe que has traicionado...

Sirva este párrafo para que los valientes que me acompañan mensualmente en el Círculo de Lectura afilen sus aceros. La cita es el prómimo lunes 1 de Junio. Lugar y hora acostumbrados.

a.a

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