martes, 10 de marzo de 2009

Eminentemente privado



Pocos autores despiertan el entusiasmo de los grandes. Entre esos pocos, Julio Cortázar. Así lo recuerda Mario Vargas Llosa:

(A propósito de cuando el tándem Julio Cortázar/ Aurora Bernárdez hablaban) Todos los demás parecíamos sobrar. Todo lo que decían era inteligente, culto, divertido, vital.

... virtud cortazariana por excelencia: ser un Dorian Gray...muy alto y delgado, de cabellos cortísimos, lampiño, de grandes manos que movía al hablar... Parecía mi contemporáneo y, en realidad, era veintidós años mayor que yo.

... de cada encuentro con él yo salía cargado de tesoros: películas que ver, exposiciones qué visitar, rincones por los que merodear, poetas que descubir...

Probablemente ningún otro escritor dio al juego la dignidad literaria que Cortázar ni hizo del juego un instrumento de creación y exploración tan dúctil y provechoso.

Con Julio Cortázar era posible ser amigo pero imposible intimar. La distancia que él sabía imponer, gracias a un sistema de cortesías y reglas a las que había que someterse para conservar su amistad, era uno de los encantos del personaje...Era un hombre eminentemente privado.

a.a

1 comentario:

Hernán dijo...

Excelente comentario! Leí esto hace poco en un libro, y es justamente lo que estaba buscando en internet...
Saludos!