lunes, 12 de octubre de 2009

Millenium



El hombre de la foto en vida llevó el nombre de Stieg Larsson, probablemente el escritor sueco más famoso en este momento. A manera de señas particulares, El País publicó bajo la firma de Juan Diego Quesada lo siguiente:

Stieg Larsson trabajaba como periodista para la revista Expo, especializada en temas de inmigración y racismo y a la ves escribía las novelas. Dormía muy poco, un par de horas, fumaba cada día tres cajetillas de Marlboro Light y tomaba una veintena de cafés. Le encantaba la comida basura. Vivía en un apartamento de 56 metros... Manejaba poco dinero y el que tenía lo gastaba en la revista. Apenas le daba importancia a las cosas materiales. Se pasaba las noches escribiendo en su MacBook blanco, al igual que hacía cuando era niño, pero esta vez de una forma más silenciosa. El día que murió de un ataque al corazón, el 9 de noviembre de 2004, Stieg Larsson dejó tres libros terminados en la editorial Norstedsts. Esto es lo que había firmado con la compañía. En su cabeza tenía pensada una saga de siete libros.


Se sabe que incluso hay avanzadas poco más de docientas páginas de lo que sería la cuarta parte de la saga pero su publicación peligra por un pleito establecido entre los herederos del escritor y la que fuera su compañera por más de tres décadas pero con la que nunca llegó a casarse.

Larsson ilustra el poco común caso del escritor que cobra fama póstuma y que en vida vivió en aprietos económicos sin llegar a disfrutar las regalías de los millones de ejemplares que sus obras colocarían por el mundo. Me hace recordar, guardadas las proporciones, el caso de John kennedy Toole y su novela La conjura de los necios.

"Acabo de pasar unas semanas, con todas mis defensas críticas de lector arrasadas por la fuerza ciclónica de una hisotia" El de la voz es Mario Vargas Llosa y la ficción que motiva su entusiasmo es, precisamente, la trilogía Millenium de Larsson. Y es que si a uno le da por leer Los hombres que no amaban a las mujeres muy probablemente continuará leyendo La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire pues es dificil desentenderse de la adicción generada por esas novelas que tiene como marco una Suecia inopinada donde medran empresarios rapáces y políticos prevaricadores.

Millenium no es, hay que decirlo, Tu rostro mañana de Javier Marías, por citar un ejemplo categórico. Millenium está por momentos escrita con desaliño y no se sumerge en honduras reflexivas; sin embargo, se lee con la misma felicidad conque leímos Los tres mosqueteros o cualquier otra novela de aventuras o serie negra. De manera que me sumo a los que simpatizan con la saga del sueco y adelanto que no me interesa entrar en animosidades con los malquerientes de la misma, que los habrá.

Un hecho incontrovertible es la galería de personajes involvidables con las que estas tres novelas contribuyen a la literatura; sobremanera uno: Lisbeth Salander, su protagonista; una chica como muchas de la hora, con tatuajes, piercings, independiente, insumisa, y no del todo políticamente correcta; cualquier solitario la amará.

a.a

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