La escena final de El fantasma de la libertad, es uno de los finales de Buñuel que màs me intrigan. Pasando a otra cosa, las notas dispuestas por Pligia, en Blanco nocturno, constituyen ficciones autònomas; como la siguiente:
Una vez -contó Sofía- habían desarmado el motor de una de las primeras trilladoras mecánicas y dejaron los bulones y las tuercas para que se orearan en el pasto mientras empezaban a revisar las aspas, y de pronto apareció un ñandú que salió de la nada y se comió las tuercas que brillaban al sol. Glup, glup, hacía el cogote del ñandú mientras se tragaba las tuercas, los bulones. Empezó a retroceder de costado, con sus ojos enormes, y trataron de enlazarlo, pero fue imposible, corría como una luz y después se paraba y los miraba con una expresión tan loca que parecía que estubiera ofendido. Al final terminaron persiguiendo al avestruz en auto por el campo para recuperar las piezas de la maquina.
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