A diferencia de tantas otras ciudadades de España y de Europa, el origen de Madrid no es griego, ni romano, ni siquiera medieval, sino renacentista. Felipe II la creo de la nada estableciendo alli la corte en 1561. Por esta causa, Madrid no tiene mitos fundacionales que se remonten a una oscura divinidad, ni una virgen romànica la acoge bajo su manto de madera tallada, ni una augusta catedral proyecta su aguzada sombra en la parte vieja. En su escudo no campa un aguerrido matador de dragones...Felipe II construyó El Escorial y alejó así de Madrid la tentación de convertirse en un foco de espiritualdad ademàs de ser un foco de poder. Con el mismo criterio, rechazó al Greco como pintor de la corte. Gracias a estas prudentes medidas, los madrileños tienen muchos defectos pero no son iluminados.
Tomado de Riña de gatos, de Eduardo Mendoza.
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