domingo, 21 de julio de 2013

Vuelta: conversación y lectura



Esta semana, desde su columna para El Universal, Guillermo Sheridan nos recordó que hace quince años se publicó el último número de la revista Vuelta, fundada y dirigida por Octavio Paz.


Para algunos Vuelta fue nuestra escuela. Ahora sabemos que a diferencia de las universidades que administran el saber y el subir, otras instituciones (clubes de lecturas, revistas y tertulias literarias) resultan más eficaces en la formación de lectores (el fenómenos no es nuevo, Gabriel Zaid, cuya firma, junto con la de Paz, fueron las que más colaboraciones aportaron a la revista, nos recuerda que Erasmo, Descartes y Spinoza “rechazaron dar cátedra universitaria. No querían ser profesores, sino contertulios y autores. Frente al saber jerárquico, autorizado y certificado que se imparte en las universidades, prefirieron la conversación y la lectura.”)

Con la lectura mejoramos la conversación y así nutrimos la cultura. La cultura nos hace mejores hombre, por ella y con ella vislumbramos lo más valioso que hay en nosotros; el sentido último de la cultura, sentencia Zaid, es “la revelación, el asombro, las ganas o la furia de vivir, el amor al arte, la pasión de entender, la inspiración creadora, la plenitud personal y colectiva.”

La conversación está en el centro de la cultura y el camino para llegar a ella es la lectura. Camino de doble sentido: la lectura, a su vez, genera conversación. De la lectura individual pasamos a conversar con los demás. De manera que toda conversación tiene un principio inclaudicable: la aceptación del otro. Paz lo dijo mejor:

soy otro cuando soy, los actos míos

son más míos si son también de todos,

para que pueda ser he de ser otro,

salir de mí, buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia



La conversación tuvo un origen eminentemente oral; con la invención de la escritura su universo se ensancho. La conversación oral (antes de que la técnica permitiera la grabación de la voz para su posterior reproducción) tenía limitaciones de tiempo y espacio: platico contigo aquí y ahora. Con la escritura se vinieron abajo esas fronteras.

La invención de la imprenta expandió los horizontes de la conversación escrita. Gracias a ese prodigio podemos asistir a lo que Gabriel Zaid ha dado en llamar la tertulia invisible, donde los contertulios se reúnen sin necesidad de un lugar y momento de reunión, así el diálogo es posible entre personas dispersas en el tiempo y el espacio. Quevedo, al leer, platicaba con los difuntos.

Vuelta fue una animadora de esas tertulias que tanto vigor dan a la vida cultural. En materia política, Vuelta fue la tribuna desde donde se defendieron ideales liberales y se combatieron los totalitarismos y las dictaduras. Por lo que toca a la literatura, fue el hilo de Adriadna en el laberinto de los demasiados libros: señaló un rumbo. Resumiendo, Vuelta defendió una moral y un gusto literario.

En el año en que Vuelta salió a la luz (1976), el nivel cultural en nuestro país, incluso en el medio editorial, no era el mejor. Como lo ilustra la siguiente anécdota referida por Zaid:

“Cuando se organizó un coctel en la Galería Ponce para presentar el proyecto de la revista Vuelta y buscar patrocinios, llegaron periodistas y fotógrafos; y uno de ellos, que veía atentamente los cuadros, o más bien las firmas, sin encontrar lo que buscaba, preguntó por fin: ¿Cuáles son los cuadros de Octavio Paz?”

Aún no somos una sociedad notablemente culta, pero si algo hemos avanzado es gracias al esfuerzo de empeños culturales como el animado por Paz. Vuelta, decía, nos cultivó y con ello contribuyó a elevar, entre nosotros, el nivel de la conversación. Despedimos la aldea y nos abrimos al exterior; si algo enseña la elegante pedagogía de Paz es que el ombligo no es tan interesante, debemos esforzarnos en ser pares del mundo.

La lectura, también hay que decirlo, propicia la hermandad entre los hombres; de modo que en lo que escribo y usted me deletrea el pacto se ha sellado.

Seguiremos conversando.

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