Aquí se puede leer, completo, un interesante texto sobre este asunto. Reproduzco un fragmento:
Ningún partido en el mundo puede aceptar que un dirigente pida permiso para separarse, golpear al proyecto y luego regresar como si nada o, más patético aun, como salvador de los principios y la ideología de la agrupación. El cinismo y la desvergüenza son proverbiales.
Si Cuauhtémoc Cárdenas tuvo la visión y el talento para unir a muy diversas izquierdas, Andrés Manuel López Obrador camina en sentido contrario y se ha vuelto en el principal promotor de la división y el encono entre prerredistas. Es verdad que ayudando al PRI se puede asegurar la salida del PAN de la presidencia tras 12 años decepcionantes, pero lo fundamental debería ser construir un escenario en el que la izquierda tenga posibilidad de ganar la elección presidencial. Ojalá que AMLO lo entendiera, pero todo indica que el único interés que lo mueve es el de convertirse, en algún aciago momento de la república, en redentor de la patria, al más puro estilo Santa Anna. Y así, más que factor de cambio, el tabasqueño se ha vuelto un lastre para el estancado y pospuesto cambio democrático
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