El libro Personas, de Carlos Fuentes, reúne un conjunto de
semblanzas; entre ellas destaca la de Alfonso Reyes, su mentor.
Al evocarlo, Fuentes recuerda que Reyes era atacado porque
su obra, para algunos tontos, eludía lo vernáculo (como si el regiomontano no
hubiese escrito Visión de Anáhuac y múltiples ensayos críticos sobre autores
mexicanos). Reyes, reflexionando el punto, escribió:
Nadie ha prohibido a mis paisanos –y no consentiré que a mí nadie me lo prohíba- el interés por cuantas cosas interesan a la humanidad…Nada puede sernos ajeno sino lo que ignoramos. La única manera de ser nacional consiste en ser generosamente universal, pues nunca la parte se entendió sin el todo… La nación es todavía un hecho patético, y por eso nos debemos todos a ella.
No podemos menos que consentir. Las palabras de Reyes, además de rotundas, vigentes.