martes, 29 de junio de 2010

¿Por quién doblan las campanas?



No tengo noticia de que en vida Rodolfo Torre haya retado públicamente al narcotráfico, ni anunciado una cruzada en su contra; por ello descarto que una motivación personal llevara al crimen organizado a terminar ayer con los días del candidato por el PRI al gobierno de Tamaulipas.

De manera que el atentado no lo fue específicamente contra la persona del excandidato; lo fue contra la vida institucional. Sí, los criminales han enrarecido el proceso electoral, pero no debemos permitir que lo anulen. Es correcto que haya elecciones el próximo domingo y que la población vote. El mensaje civilizado de la ciudadanía será claro y un duro revés para los criminales.

La pelea emprendida por el presidente Calderón contra el crimen organizado se antoja eterna. Y es su duración y el número de muertos lo que desalienta y se termina por concluir que ha fracasado. Soy de los que creen que parte de la solución pasa por legalizar las drogas, pero también sé que criminales siempre habrá (es probable que tengamos que convivir con esa rama torcida hasta el final de los días: cuando el tráfico de enervantes no les suponga negocio mudarán al secuestro o a cualquier otro delito).

Por lo bajo, algunos sostienen que antaño un pacto tácito entre el gobierno y el narco nos procuró la paz. No debemos olvidar que los criminales son la negación del Estado (los que ordenaron y ejecutaron el asesinato de Rodolfo Torre violaron sumariamente sus garantías individuales), en consecuencia la tarea del gobierno es enfrentarlos, dar con ellos y castigarlos y de ningún modo pactar. ¿A dónde iremos a parar si la impartición de justicia es sujeto de negociación?

lunes, 28 de junio de 2010

Ceci n´est pas une pipe



“Esto no es una pipa” es uno de los cuadros emblemáticos del pintor belga René Magritte (1898-1967). El título del trabajo es ya una declaración de principios pues, en efecto, lo que el espectador ve no es una pipa sino la representación de una pipa.

La obra de Magritte participa de diferentes escuelas, cubismo, impresionismo, en cierto modo del Ready-made propalado por Duchamp… pero es en el surrealismo (corriente la cual, con André Breton a la cabeza, sostuvo que las imágenes surrealistas, como las que produce el opio, no son evocadas por el hombre sino que se le presentan de modo arbitrario y poco o nada puede la voluntad humana ante esas imágenes ingobernables) donde suele contársele.

La crítica de arte María Minera nos ayuda a entender la aportación de Magritte al arte:

A diferencia de Dalí y sus paisajes oníricos (en inglés hay un término exacto: dreamscapes), Magritte partía de lo cotidiano, restituyendo con toda fidelidad las apariencias para en seguida proceder a dislocarlas, a ponerlas bajo sospecha. El arte como atentado a la razón inmediata, primaria. Un hombre, por ejemplo, se mira en el espejo sólo para encontrar en su reflejo lo mismo que ve en primer plano el espectador: su espalda. Una vista de la fachada de una casa y sus árboles al anochece (las ventanas y el farol de la calle encendidos) es, no obstante, acompañada por el cielo límpido de la media mañana…

Algo de la obra de René Magritte se exhibe en el Palacio de Bellas Artes, ciudad de México, hasta el 11 de julio.

viernes, 25 de junio de 2010

El imaginario del doctor Parnassus




Cada nueva película de Terry Gilliam sostiene a 12 monos como mi favorita. He visto la más reciente, El imaginario del doctor Parnassus, por dos razones; porque no puedo desentenderme de su director y por el asunto Ledger.

Un anciano juega contra el diablo y gana la eternidad. Pero esa eternidad le es concedida en la envoltura prodiga en arrugas de su vejez. Cuando conoce el amor pacta nuevamente por algo acaso más preciado que la vida eterna: la juventud. Esta última transacción tiene un precio, el alma de su unigénita, cuando cumpla 16.

El reloj que no da tregua a poco está de dar la última campanada para que Valentina, hija del doctor Parnassus (el viejo del párrafo anterior), llegue a sus sweet sixteen. Para este momento, el doctor Parnassus, valentina, un enano y un joven asistente conforman una troupe itinerante. El show no tiene igual pues el doctor Parnassus tiene la habilidad de imaginar los íntimos deseos del espectador; y es en la recreación de éstos donde el imaginario de Gilliam se da a notar.

En algún momento de la trama, colgando desde un puente, un desconocido. (interpretado por Heath Ledger.)

Si acudimos a ver esta película arrastramos con el morbo. Se sabe que trabaja en ella Heath Ledger cuando falleció. Las escenas que no llegó a rodar las completaron Johny Depp, Jude Law y Colin Farrell. La ausencia de Ledger lejos de arruinar el proyecto de Gilliam, aportó al mismo una nueva y perturbadora dirección. Aventuraría una hipótesis: la muerte corrigió un guión defectuoso.

jueves, 24 de junio de 2010

An education




Me confieso rendido ante la actriz Carey Mulligan; su caracterización de Jenny en la película An education es entrañable; y admirable si se tiene en cuenta que su carrera apenas despunta.

Jenny es una chica atrapada en la red de un Don Juan. En esa circunstancia arriesga su anhelado ingreso a Oxford por perseguir los embelecos de una vida plena(*).

La historia de una joven que a los 16 distingue a los prerrafaelitas y especula sobre el existencialismo en Camus tendría que gustarme de modo irrenunciable. Y así fue.

...
(*) En la novela Todas las almas, Toby Rylands, uno de los más caros personajes de Javier Marías, sentencia: “Yo he tenido lo que se llama comúnmente una vida plena… No he tenido mujer ni hijos, pero creo haber tenido una vida de conocimiento, que era lo que me importaba. Nunca he dejado de saber más de lo que sabía antes, y es indiferente donde quieras poner ese antes, aunque sea hoy, aunque sea mañana.”

miércoles, 23 de junio de 2010

Este cementerio no es cualquiera cosa




Pues las lápidas del fondo son de mármol rosa (Mecano)

Letras Libres de junio publica un texto de Magali Tercero donde da cuenta de un viaje a Culiacán, Sinaloa, cuna del narcotráfico mexicano. Entre los lugares visitados por la cronista llama mi atención "el panteón de los narcos". Así describe una de las tumbas:

Parece una juguetería elegante. El carrusel está funcionando bajo la intensa iluminación. Cerca hay muñecas rubias de ojos azules, una cocinita a escala infantil, vestidos hampones, zapatillas de colores, aros, un triciclo y, desde luego, moños luctuosos con flores costosas. La difuntita debe ser hija de algún traficante, pues el mausoleo, en mármol y cantera, tiene dos pisos y, parece, aire acondicionado… Aquí podría vivir una familia.

Cualquier comentario adicional estorba.

martes, 22 de junio de 2010

El secreto de sus ojos




Difícil imaginar una película de Juan José Campanella sin el amor como mar de fondo; El secreto de sus ojos, no es la excepción. Con esa cinta el realizador argentino ganó el Oscar a la mejor película extranjera este año.

Un grupo de penalistas porteños, encabezados por Benjamín Espósito e Irene Menéndez Hasting, siguen las pistas de un crimen pasional hasta dar con la identidad y paradero del asesino. No tardaremos en comprender que juzgar y encarcelar a un criminal sirve de muy poco en un país corrupto, como lo era la Argentina de los setenta.

Han de transcurrir veinticinco años para que uno de los protagonistas de aquel incidente, Benjamín, ensaye una novela en donde recupera aquellos acontecimientos. Esa tarea conlleva localizar algunos testigos y de paso dar con un tremendo secreto (la vuelta de tuercas al final de la historia) y el reencuentro con Irene; todo para descubrirse como al principio: calladamente enamorado.

Campanella repite los estelares de otro de sus trabajos, El mismo amor, la misma lluvia, Soledad Villamil (Irene) y Ricardo Darín (Benjamín); y adereza este Thriller romántico con finas dosis de buen humor.

El mensaje de Campanella es claro e incontestable, en medio de la impunidad, la estupidez y el sinsentido, el amor se abre camino.

lunes, 21 de junio de 2010

Monsiváis




Su don de ubicuidad fue fama. Se le veía en un mitin en el zócalo, en una función de lucha libre o en un videoclip de Luis Miguel.

Fue conocido su interés por el cine mexicano: tuvo la audacia de elevar a rango de director atendible a Juan Orol. Célebre también su pasión coleccionista (un museo en la capital, El Estanquillo, da cuenta de ello) y su amor por los gatos.

Escribió tanto y de tantos asuntos que sólo de pensarlo marea. Me parece que sobrevivirá como cronista, pero si hubiese de elegir uno de sus libros sería su biografía sobre Salvador Novo.

La única vez que estube en una charla suya fue cuando presentó en Monterrey un libro de Fernando Savater. (Asistí a aquel evento movido por Savater, se infiere). No simpaticé con sus filias zapatista y lopezobradorista, pero en repetidas ocasiones celebré su sentido del humor.

Ayer domingo, al día siguiente de su fallecimiento, Enrique Krauze lo recuerda en su editorial para Reforma:

Se vestía de mezclilla. Una sola vez lo vi usar corbata. Usaba el Metro, pedía aventón y -de manera puntual- llegaba tarde a sus citas. Tenía un aire permanente de profesor distraído o de estudiante sesentero. Vivía en la sinuosa calle de San Simón en la Colonia Portales, cerca del California Dancing Club. Era difícil penetrar el laberinto de su casa. Había un orden secreto en el desorden de su biblioteca, con sus libros cuidadosamente forrados en vinil transparente.
“Fue más citado que leído y más leído que entendido”, señala Héctor Aguilar Camín. “Él solo constituía una agencia de noticias”, resume Adolfo Castañón.

Carlos Monsiváis fue un hombre de izquierda, más entusiasta que crítico; luchador social por los derechos de las minorías (una anécdota para la historia: el flautista Horacio Franco cubrió, por algunos momentos del velatorio, su féretro con la multicolor bandera gay), contribuyó en algo en fijar la atención, para usar uno de sus títulos, de lo marginal en el centro.